Yo creo que no se puede disociar el tema de los familiares al de los involucrados. Y si lo hacemos, indirectamente estamos desviando el tema porqué lo que se busca aquí es más allá del dolor de los familiares es justicia. Y la justicia no considera el dolor de los deudos, el cual creo yo es mucho mayor en el caso de los familiares de los héroes que de los terrorirstas. Pues los de estos últimos, sabían que, en su caso, la muerte era una eventualidad que podía llegar en cualquier momento y me refiero no sólo al período de la toma de la embajada. En otras palabras, sus deudos de alguna manera ya estaban preparados para su muerte. No es el caso de los familiares de los héroes, pues éstos no buscaron esa guerra, no tenían razón para morir y la eventualidad de su muerte apareció cuando los asignaron a este operativo.
Leo tus post estimado Christmas, créeme que los leo con atención. Como retribución a esa deferencia, esperaría que tu también leyeras los míos y tuvieras en cuenta por lo menos una parte de su sustento. No puedes decir que la atención a los deudos de los muertos en la embajada desvíe el tema. Por una sencilla razón. La base argumentativa de la posición de los deudos (ojo, fueron ellos los que llevaron el caso ante la CIDH) se basa en que hay presunción de haberse producido una matanza extrajudicial en contra de sus familiares y que esto no fue debidamente juzgado por el fuero pertinente ya que fue llevado a una corte militar.
Pues bien, hace poco postee algunos detalles relacionados con el proceso llevado, desde el mismo día siguiente del rescate, por un Juez militar. Proceso que termino con la apertura de instruccion a los comandos por parte del fuero militar. En ese post decia:
Te pongo al tanto de algunos hechos que al parecer no son de tu dominio: Al día siguiente de producido el rescate de los rehenes, el Juez Militar Especial dispuso el levantamiento de los cadáveres, pero contra lo que toda lógica y procedimiento indicaba, no ordeno su traslado hacia el Instituto de Medicina Legal para que se efectuaran los estudios pertinentes, sino que los cadáveres fueron trasladados al Hospital de Policía que no cuenta con los elementos necesarios para hacer las pericias de ley. Como era de esperarse las necropsias fueron hechas en estricto secreto, con absoluto control de ingreso a facultativos cuya identidad no se dio a conocer. No hubo un seguimiento de lo que estipulan ni la ley ni la ciencia desde el momento que no se permitió el ingreso de peritos médicos y por lo tanto no se hicieron los exámenes básicos de balística, explosivos o antropológicos, ni se registraron tomas fotográfica ni filmación alguna del proceso. Ni siquiera permitieron el reconocimiento de los cadáveres por parte de los familiares. Y si eso pareciera poco, los cadáveres fueron sepultados clandestinamente en diferentes cementerios de las zonas periféricas de Lima. Todo esto ha sido debidamente comprobado de acuerdo a las investigaciones hechas por la CIDH.
Son estas irregularidades lesivas del dolor de los familiares, junto a la sentencia de competencia a favor del fuero militar por parte de la Corte Suprema de Justicia, entre otras, las que han dado base y sustento a la investigación de la CIDH y sus posteriores recomendaciones al Estado peruano. Un documental que recoge las declaraciones y sentimientos de los familiares, directamente afectados por estas irregularidades, no puede ser considerado como un desvío del tema. Menos aún, si como añadido importantísimo trae las declaraciones y sentimientos de los familiares de los comandos y el magistrado muertos durante el rescate. Y ya que dices que sus familiares estaban preparados para sus muertes, en sus declaraciones podrás darte cuenta que muchos de ellos descubrieron a sus familiares por las noticias y fue ese día en que comenzó su calvario. Te comento un caso en especial, el de Herma Luz Meléndez Cueva, quien de acuerdo a las versiones de varios de los rehenes que la escucharon más de una vez llorar amargamente, fue una más de aquellas decenas de jóvenes secuestradas por el MRTA en la selva, engañadas con alguna historia épica o romántica y trasladadas a realizar un secuestro en masa sin casi saber de qué se trataba el asunto. Y de seguro no fue el único caso. Escuchar a su madre, una humilde anciana, a la que el dolor y el rencor acompañan sus últimos años, es sobrecogedor. Si tú crees que el sentimiento de identificación con el dolor solo debe ser derecho de los familiares de los héroes, te repito, soy irreconciliablemente opuesto a tu manera de pensar. Por una simple cuestión de humanidad.
Una pregunta. Si un individuo, desconocido para usted, sea policía, militar o cualquier persona, en una balacera, pone su cuerpo para defender el de usted y muere abatiendo al agresor. Por quién usted y sus familiares debería, no digo estar agradecido, sinó tener sentimientos de humanidad. Según su lógica humanitaria por ambos. En mi caso viviría eternamente agradecido por la de la persona que salvó mi vida. ¿Ve que las circunstancias impiden que se pongan en la misma balanza a las personas? El coronel Valer y el capitán Jimenez deberían estar vivos, disfrutando de sus familias, de sus hijos pero pusieron el pecho por nosotros. A ellos debemos estarles agradecidos, y si hay que tener algún sentimiento humanitario es hacia sus familiares.
No puedes ser tan categórico pues. Tu mismo estás diciendo que yo asumiría las cosas distintas a ti. Pero las circunstancias serian las mismas. El problema contigo, y por lo general con todo el que mantiene una perspectiva distinta a la que yo y otros cofrades mas defendemos, es que tratan de crear un escenario falso de mal agradecimiento hacia los heroicos comandos por parte nuestra. En tus propias palabras lo das a entender. Pero te equivocas. El sentimiento de humanidad no conoce de preferencias, ni de status, ni de culpables o inocentes. Es para todos. Humanidad, entiendes? HUMANIDAD. El solo término lo explica por sí solo. Y como ya dije en un post anterior, es la misma identificación la que siento al escuchar a la madre de Valer, o al hijo de Giusti, al hermano de el árabe, o a la madre de Herma Luz. Allí no hay diferencias.