Cooper
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15 Years of Service
I
Fuimos a almorzar con mi esposa a un restaurante. Saliendo, caminábamos y nos encontramos con una feria de mascotas en un parque. Una veterinaria tenía unas anfitrionas que eran para cualquier evento, menos para esto. Tenían unos cacheteros y unos sujetadores de licra y estaban taypá. La más chatita era chama y tenía unos muslos mordisqueables, buenos mangos, caderona y carita traviesa. Mi esposa nunca me decía nada por mirar y en ese momento intentábamos seguir funcionando.
+++++++++
Me casé muy joven. Así que la gran crisis vino tras 4 años, conmigo de 27 y ella 25. Decidimos rearmar hasta que le vino una oferta de chamba en el Sur. Imposible. En 6 meses me llamó y me dijo que ahí quedaba todo. Nos separamos las cosas: ella se quedó con el carro (ya se lo había llevado porque lo iba a necesitar por trabajo) y yo me quedaba con el depa (que con la inicial y los arreglos salía casi como el carro… y porque mis familiares vivían en ese distrito).
A los tres meses, vino una purga y me quedé sin chamba. Les di pena a mis padrinos y como tenían un depa vacío (su hijo se quitó a Canadá y se desentendió) me dijeron que si veía que refacciones necesitaba y lo arreglaba, podía alquilarlo. Era a unas cuadras de mi depa.
++++++++
Estaba ya tres meses sin chamba. Me ponía exquisito, lo admito. Y un amigo fotógrafo me ofrece un cachuelo. Él no tenía paciencia en el área de producción, así que me pidió que me encargue de eso. Tenía experiencia en planeamiento así que acepté. Era una sesión con una charapa. Una amiga suya le consiguió un pub para las fotos, así que no fue tan difícil.
Era la típica charapa sabida. Nos recibió con las tetas al aire porque estaba cambiándose y nos dice para una rebaja. A punto de empezar, no puedes decirnos esto, le dice mi pata. Mira, ya les cancelé la mitad, les pago de mis siguientes dos anfitrionajes y hoy salgo con una amigas que también modelan y les doy contactos y de hecho algo les sale. Quedamos.
++++++++
Fuimos a la discoteca y andábamos medio desconectados. Tanto porque no éramos de ir a estos salsódromos, como porque las modelitos estaban más atentas en que les auspicien la noche. La charapa que nos invitó, medio por compromiso nos presentó. Cuando de repente, apareció la chamita que vi hace meses en el parque. Era también una de sus amigas.
Un vestido negro ceñido, todas esas curvas y esas piernas torneadas que me daban vuelta. Mi pata me dice que se quitaba, que ya tiene los contactos. Le digo que me quedo un rato más. No tenía idea de cómo entrarle, se notaba que se daba sus aires. Era botadita. Aclaro que esto me sucedió hace más de 10 años, en la primera camada de venecas que vinieron.
Me acerqué, la saludé, me miró con desdén y le dije que la reconocí de la feria de mascotas, que fui para comprar algo para mi perro e inmediatamente sus ojos se encendieron. Adoraba a los animales, me contó que allí recién tenía dos meses en Perú y que fue para ayudar, que ni tenía idea que le darían unos uniformes putones. Listo, se dio como hacer match.
Bailamos, tomamos, le conté algo de mí. Obvio, no que estaba sin chamba. Sino que estaba separado, que tenía depa, que hacía producciones y que podía prepararle una sesión. Me pidió que le invite otro trago, vamos a la barra, me da esa sonrisa coqueta –que tantos problemas me iba a causar luego- y me la chapo.
Nos dice la charapa que iban al depa de uno de estos auspiciadores. Menos mal de ella parte decir que estaba cansada, que mañana tenía chamba temprano. Le ofrezco acompañarle, me dice que vive a solo unas cuadras. En el camino conversamos, me dice que se vino para ayudar a su familia pero que no estaba teniendo suerte, que se querían aprovechar de ella.
Era rara, por momentos podía ser muy risueña y dicharachera y de la nada soltaba alguna pachotada o se daba aires de grandeza. Igual, no me importaba, yo quería empujársela nomás. Me la vuelvo agarrar y le pregunto si vive sola, me dice que con dos amigas. Entonces, tienes privacidad o podemos estar tranquilos en otro sitio, me mando. Se ríe y responde: Es que mañana tengo que levantarme temprano, si estamos por aquí y solo un ratito.
Era Miraflores. Y por aquí nomás, estaba el hotel Las Palmas, que en ese momento estaba 45 cocos. Me tenía al palo, así que propuse y aceptó: “Pero al salir, me invitas mi desayuno y me acompañas a mi depa ah”. Allí empezó todo…
Fuimos a almorzar con mi esposa a un restaurante. Saliendo, caminábamos y nos encontramos con una feria de mascotas en un parque. Una veterinaria tenía unas anfitrionas que eran para cualquier evento, menos para esto. Tenían unos cacheteros y unos sujetadores de licra y estaban taypá. La más chatita era chama y tenía unos muslos mordisqueables, buenos mangos, caderona y carita traviesa. Mi esposa nunca me decía nada por mirar y en ese momento intentábamos seguir funcionando.
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Me casé muy joven. Así que la gran crisis vino tras 4 años, conmigo de 27 y ella 25. Decidimos rearmar hasta que le vino una oferta de chamba en el Sur. Imposible. En 6 meses me llamó y me dijo que ahí quedaba todo. Nos separamos las cosas: ella se quedó con el carro (ya se lo había llevado porque lo iba a necesitar por trabajo) y yo me quedaba con el depa (que con la inicial y los arreglos salía casi como el carro… y porque mis familiares vivían en ese distrito).
A los tres meses, vino una purga y me quedé sin chamba. Les di pena a mis padrinos y como tenían un depa vacío (su hijo se quitó a Canadá y se desentendió) me dijeron que si veía que refacciones necesitaba y lo arreglaba, podía alquilarlo. Era a unas cuadras de mi depa.
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Estaba ya tres meses sin chamba. Me ponía exquisito, lo admito. Y un amigo fotógrafo me ofrece un cachuelo. Él no tenía paciencia en el área de producción, así que me pidió que me encargue de eso. Tenía experiencia en planeamiento así que acepté. Era una sesión con una charapa. Una amiga suya le consiguió un pub para las fotos, así que no fue tan difícil.
Era la típica charapa sabida. Nos recibió con las tetas al aire porque estaba cambiándose y nos dice para una rebaja. A punto de empezar, no puedes decirnos esto, le dice mi pata. Mira, ya les cancelé la mitad, les pago de mis siguientes dos anfitrionajes y hoy salgo con una amigas que también modelan y les doy contactos y de hecho algo les sale. Quedamos.
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Fuimos a la discoteca y andábamos medio desconectados. Tanto porque no éramos de ir a estos salsódromos, como porque las modelitos estaban más atentas en que les auspicien la noche. La charapa que nos invitó, medio por compromiso nos presentó. Cuando de repente, apareció la chamita que vi hace meses en el parque. Era también una de sus amigas.
Un vestido negro ceñido, todas esas curvas y esas piernas torneadas que me daban vuelta. Mi pata me dice que se quitaba, que ya tiene los contactos. Le digo que me quedo un rato más. No tenía idea de cómo entrarle, se notaba que se daba sus aires. Era botadita. Aclaro que esto me sucedió hace más de 10 años, en la primera camada de venecas que vinieron.
Me acerqué, la saludé, me miró con desdén y le dije que la reconocí de la feria de mascotas, que fui para comprar algo para mi perro e inmediatamente sus ojos se encendieron. Adoraba a los animales, me contó que allí recién tenía dos meses en Perú y que fue para ayudar, que ni tenía idea que le darían unos uniformes putones. Listo, se dio como hacer match.
Bailamos, tomamos, le conté algo de mí. Obvio, no que estaba sin chamba. Sino que estaba separado, que tenía depa, que hacía producciones y que podía prepararle una sesión. Me pidió que le invite otro trago, vamos a la barra, me da esa sonrisa coqueta –que tantos problemas me iba a causar luego- y me la chapo.
Nos dice la charapa que iban al depa de uno de estos auspiciadores. Menos mal de ella parte decir que estaba cansada, que mañana tenía chamba temprano. Le ofrezco acompañarle, me dice que vive a solo unas cuadras. En el camino conversamos, me dice que se vino para ayudar a su familia pero que no estaba teniendo suerte, que se querían aprovechar de ella.
Era rara, por momentos podía ser muy risueña y dicharachera y de la nada soltaba alguna pachotada o se daba aires de grandeza. Igual, no me importaba, yo quería empujársela nomás. Me la vuelvo agarrar y le pregunto si vive sola, me dice que con dos amigas. Entonces, tienes privacidad o podemos estar tranquilos en otro sitio, me mando. Se ríe y responde: Es que mañana tengo que levantarme temprano, si estamos por aquí y solo un ratito.
Era Miraflores. Y por aquí nomás, estaba el hotel Las Palmas, que en ese momento estaba 45 cocos. Me tenía al palo, así que propuse y aceptó: “Pero al salir, me invitas mi desayuno y me acompañas a mi depa ah”. Allí empezó todo…
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