Sintiéndome totalmente su perra personal, sentí que jalaban la soga que rodeaba mi cuello, tal como si me quisiera pasear, acercó mi cara a su miembro y me imagino la escena, el arrodillado sobre la cama, y yo en 4 con el culito al aire (¿he contado que también tengo un culito grande?, bastante carnoso, lo que muchas veces incita a que deseen darme por ahí, pero la verdad no soy muy aficionada de dichas prácticas, pero entiendo que el morbo puede ser alto, así que a propósito siempre quiebro y saco el culito un poco más y por ahí recibo algunas nalgadas que suenan seco y fuerte... mmmm si, también me gusta eso).
Volviendo al momento, perdón, me disperso un poco, es que tengo muchas cosas en la mente que las recuerdo mientras escribo y me dan ganas de contarlas pero en partes, poco a poco.
Empujó mi cabeza con fuerza contra su miembro y su pene restregaba mi cara vendada. Con mi cara se sobaba su pene y sus testículos. Yo no podía ver nada, solamente sentía como bofetadas en mis cachetes que eran dadas por su gran miembro muy duro y erecto. Empezó a subir y bajar sus testículos sobre mi rostro, mientras apretaba mi cabeza completa con fuerza, quería chupar y lamer y sacaba la lengua, más era poco lo que yo podía hacer, ya que mis cabellos estaban enredados a sus manos y con fuerza me impulsaba el rostro mientras jalaba mi pelo y a la vez también tiraba la correa de perro, contra sus partes erógenas. Imagino mi cara estaba roja cuando me pidió enérgicamente que abra mi boca lo más que pueda, y cuando lo hice, aplastó una vez más mi cabeza sobre su miembro, pero esta vez introduciéndolo hasta el fondo. Empecé a desesperarme, sentía que me ahogaba, su pene llegaba hasta el fondo de mi garganta. Era muy excitante sentir que mi boca era sola y meramente un instrumento de su placer personal y sin contemplaciones siguió apretando hasta el fondo. Le pedí que pare (era una súplica de un para, para pero me gusta, bueno sigue...). Empezó bruscamente a meter y sacar mi boca de su miembro balanceando mi cabeza con fuerza. Era una paja bucal, más bien un cache oral, bueno, no sé lo que era, pero era un momento bestial e intenso donde él no hacía ningún esfuerzo, todo el trabajo era mío, ya que yo era su juguete personal. Mi saliva salía a borbotones, me dolía la mandíbula y la garganta de tanto atragantar y en ese momento me ordenó que descanse mi boca y proceda a chupar y lamer sus testículos.
Todo era un mar de saliva, estaban mojaditos. Me metí en la boca un testículo entero, empecé a succionar y mientras succionaba con todo adentro, sacaba mi lengua y lo lamia a la vez... lengüita traviesa. Parece le gustó, porque emitía ruidos fuertes, gemidos profundos, así que procedí a hacer lo mismo con el siguiente testículo y luego tenía a los dos adentro de mi boca... chúpalos bien perra, comételos enteros me gritaba, mientras yo me esforzaba más y más sin que se me escape nada, él volvió a empujar mi cabeza. Estuve un buen rato así, sirviendo de instrumento oral de su placer, hasta que se aburrió y con la correa me separó y me ordenó que me recueste boca arriba.
Boca arriba, totalmente desnuda aún con la venda en los ojos y el collar de perro, era totalmente de su pertenencia. Colocó mis manos extendidas juntas sobre mi cabeza y con la correa del collar de perro, me las ató. Ahora sí, era su esclava sexual.
Volvió a lamer y morder mis pezones erectos a su antojo y fue bajando de manera ansiosa por mi abdomen, cintura, caderas y llegó a mi vagina, la cual era un mar de fluidos. Así sin más, me abrió las piernas todo lo que pudo e introdujo su cara en mi sexo. Me lamía el clítoris, me metía la lengua, chupaba, succionaba todo lo que quiso. Alternaba su lengua con sus dedos, imagino que jugaba a ser mi ginecólogo personal ya que conoció e indagó cada milímetro de mi ser. En ese cocktail de lengua, clítoris, dedos y todo junto, se genera un explosión inevitable de contracciones y fluidos y gritos de mi parte que me cuenta hubo, ya que no recuerdo nada cuando me vine no se si dos o tres veces seguidas. - abro paréntesis nuevamente saltado mis recuerdos a otra experiencia con alguien más, quien es mi precioso diamante, del cual algún día capaz me anime a contar, donde en sus encuentros se siente tanto y tan intenso y tan profundo, que he entrado en trance, literalmente hablando, pierdo conciencia, razón y memoria y recuerdo poco de lo ocurrido, supongo que a eso se llama éxtasis- en fin, sigamos con este relato...
Se separó de pronto un momento y escuché un ruido particular.... bueno, no les conté que antes de llegar al hotel hicimos una parada técnica a un sex shop, donde me compró un obsequio.... mi mariposa rosa número 2 ( la número 1 se me perdió hace unos años). Se trata de un miembro plástico de unos 20cm con espuelas en sus laterales que se mueve descontroladamente guiado por su mando de control, y la cereza del pastel, una mariposa plástica (literal, con alas y aguijón jajaa) que estimula el clítoris que también se mueve de manera enloquecida estimulando todos los puntos nerviosos genitales de una manera que se siente que va a generar un paro cardíaco o similar. Sentí que introducía el juguete y este a pesar de ser grande y tosco, resbalaba entre mis piernas y fluidos y le grité que lo encienda por favor!! necesitaba urgentemente algo duro y firme dentro de mi ser. EL inicio con velocidad 1, algo suave. Yo ya estaba loca y acelerada y le pedí a gritos que le suba al máximo!! estaba loca en serio. El me preguntó si estaba segura y le dije que siii, que le de con todo rápido. Velocidad al máximo el juguete al ritmo de Duracell, el miembro plástico se movía como desquiciado dentro mío y la mariposa del clítoris vibraba con todas las fuerzas. El me introducía el juguete cada vez con más ganas y más fuerza y yo seguía atada de manos con el collar de perro. Él de pronto me sacó la venda de mis ojos y empezó a masturbarse en mi cara mientras la cosa rosa seguía vibrando entre mis piernas. Ver como se masturbaba su enorme pene sobre mi cara, más mi posición de vulnerabilidad desnuda boca arriba y el juguete ya con vida propia dentro mío, hizo que grite, si, literal, grite de placer y me venga con todas las fuerzas y con todas las ganas. El placer se fundió con sensibilidad y pedí que me retire y saque ese instrumento que estaba dentro de mi ser, él lo sacó suavemente y me fue acariciando y besando de manera delicada - era algo momentáneo- el aún no se había venido, suele durar mucho, mucho tiempo, pero estaba hecho una bestia.
Su transitoria dulzura o suavidad duró poco y volvió su mirada de lujuria, me volvió a garrar de la correa de perro y me ordenó que me ponga en 4, que ya sería su turno.
Colocada en 4, quebrada sacando mis atributos de la naturaleza, el empezó a separar mis nalgas, agarró con fuerza la correa de perro que aún estaba atada a mi cuello e introdujo de pronto su miembro enorme dentro de mi vagina. Sentí una gran estocada en el fondo de mi ser, mezcla de dolor y deseo y empecé a moverme suave, discreta y sumisamente. Sus planes eran otros: enrolló mi cabello y la correa del perro en su mano y con eso como apoyo, empezó a ejercer presión y fuerza con sus embestidas. Me penetró como lo que era, como su perra, en posición perrito por un tiempo largo, prolongado, extenso, algo doloroso pero muy excitante hasta que no pudo más y con gemidos guturales, se vino con todo.
Habían pasado unas 2 horas seguidas en ese encuentro, talvez un más, pueden haber sido 3, nose, estaba perdida en tiempo y espacio. Quedé tirada en la cama. No era aún ni media noche. Este había sido el primero de 4 polvos que esa noche vendrían...