Mi relación con Elian iba de la mejor manera, en tanto era capaz de sostener el tren de gastos que ello ocasionaba. Y yo aún era capaz de hacerlo aunque no era conciente que era lo único que buscaba de mí. Hasta que ella decidió resquebrajar la relación.
Sabido es que “La Gruta Azul” no trabaja feriados, y el 30 de Agosto lo era. Por razones que desconozco se intentó trabajar ese día, pero el público habitúe, acostumbrado al receso por feriado, no se hizo presente en la medida suficiente como para mantener la puerta abierta. Antes de la medianoche, 5 de las 6 chicas que habían llegado ya habían salido, y al salir la última así me lo hizo saber. Billy mantenía un hermetismo curioso al respecto, confirmándome que habían salido las mencionadas, e indicando que se habían ido juntas por Wilson hacia Colmena para tomar su taxi. Extraño… porque los taxis usualmente se toman en la misma puerta, pero considerando que no era hora de salida… podía ser. No le di importancia. Pero su hermetismo era curioso.
Llamé a casa de Elian, y su tía me contestó. Simulé haber llamado para hablar con ella misma y no para buscar a Elian, quien a esas horas lógicamente debía estar ya laborando en el tragamonedas de su imaginación. Dado que no ofreció comunicarme con ella, asumí QUE NO HABÍA REGRESADO A CASA.
Regresé a la mía, dándole vueltas al asunto. Ella si había salido con rumbo a la Gruta, yo mismo la había traído en taxi y me había bajado una cuadra antes para que llegue sola, y había quedado en encontrarme ahí con ella. Pero la Gruta estaba cerrada, y tampoco había regresado a casa… En casa lo medité un poco más… y pensé que S***** había estado fichando en Las Palmeras los domingos, y podía haberse llevado a quienes quisieran ir. Temí por Elian… No me gustaba la idea de que estuviera haciendo fichas en un lugar tan piraña como "Las Palmeras"… pero sabía que eso estaba dentro de lo posible. Y si no era ahí, podía ser en cualquier otro lugar de la zona, así que… debía hacer un tour.
Me vestí y dispuse las monedas de modo que fuera sencillo pagar las entradas de uno y otro local. En la esquina de Torrico y Colmena, punto neurálgico de la zona, con el acceso a la Plaza Elguera cerrado por la remodelación y el fantasma del Tabaris, aún durmiente, a mis 10 en punto. Decidí que el tour debía empezar por el lugar más probable y más temido: "Las Palmeras".
Pagué mi entrada… avancé unos pasos hasta pasar la escalera… y pude apreciar que los contornos de este local estaban completamente “forrados” de chicas en diminutos atuendos, dejando muy poco a la imaginación de los usuarios. Avancé hacia el área de las mesas, mirando a uno y otro lado, esperando encontrar a mi musa en algún rincón, o con algún h…ón. Pero no fue así. De pronto, sin saber de donde, una mano menuda y delgada me toma el brazo, me atrae hacia si y luego me arroja junto al ventanal del bar, junto a los baños, casi casi cayendo en los brazos de quién tanto yo buscaba. Ampay!!
Elian me miró y me dijo “Mira donde te vengo a encontrar”, madrugándome para contener algún reproche de mi parte… “He venido a buscarte” respondí, sin táctica ni estrategia. “¿Cómo sabías que yo estaba aquí?”, fue la pregunta, muy lógica y muy difícil de responder. Yo había agudizado mis sentidos porque la sentí en peligro y preferí estar con ella, sea lo que fuere que decida hacer. Aunque no podía dejar de sentirme burlado, ya que a diferencia de otras veces, cuando había sido suspendida o cuando no había habido jornada en la Gruta, ella esta vez no me había llamado para participármelo.
Se puso mohína, simulando desconfiar de mí, al ella haberme “encontrado” en otro local, cuando se suponía que no iba a otro que no fuera la Gruta por nadie que no fuera ella. Y era la verdad, pero ¿qué puede hacer uno si la propia verdad no es creída por alguien más?
Se quedó incómoda, y de pronto se metió en el baño, el que estaba a sus espaldas. M**** y S***** estaban acompañadas de tres sujetos más, según me dijo S***** , de los pocos que habían llegado a la Gruta esa noche. Habian llegado aquí acompañadas por Billy, ahora entendí su actitud hermética. Uno de ellos, W*, me mira y me pregunta: “¿Qué le has hecho?”. Aparentemente yo la había mortificado de alguna forma, lo cual me dio a entender que antes de encontrarla ella estaba tranquila y sonriente como siempre… Cuando regresó le dije que la llevaría a su casa, y que le dejaría el efectivo que tenía, pero ella me dijo que no le iba a decir que hacer, y si quiero me quedo o si prefiero me voy. Opté por retirarme, pero no quise ser muy evidente en cuanto a la discusión, así que me quedé libando cerveza con estos cofrades. Pero “la casa” no estaba conforme con que estuviéramos consumiendo sólo cerveza con compañía “propia” y decidió aplicarle “corcho” a nuestras acompañantes: nos impuso 10 soles por cerveza. Así, cuando yo me acerco al bar me lo hacen saber… y obviamente no acepto y decido retirarme, dejando a Elianahí conforme ella había determinado. Pero cuando estaba por hacerlo me tomó del brazo y me dijo: “Espera, quédate. Me vas a llevar a mi casa ¿no?”. Y hubo que quedarse.
Pero el “corcho” impuesto era intolerable, así que optamos por retirarnos al Flamingo, donde ahora estaba Fernando. M**** le telefoneó y él bajó a la calle. A su vez él telefoneó a la dueña y pidió permiso para que ingresáramos acompañados. Con tamaña influencia no tuvimos problemas y rodeando una mesa continuamos la interrumpida francachela. Tuve la previsión de preguntar si mi amiga estaba presente, y Tito me confirmó que no había llegado. Respiré tranquilo.
Elian no actuaba con soltura, pero tampoco quería irse. No se qué es lo que quería, y posiblemente ella tampoco lo supiera. Pero cuando le indicaba que era hora de irnos, me detenía y me pedía quedarnos un rato más.
Fue en esa ocasión que Fernando me conoció. Ya lo había visto antes, pero no lo había puesto mayor atención en su persona. Esta vez, movido por el interés que ya tenía en sacar a un indeseable de la Gruta, me acerqué a él, presentándome como Gilerito, y haciéndole patente mi admiración y preferencia, y mi interés de que con él la Gruta vuelva a ser la misma. Conversamos sólo un momento y luego regresé a mi posición tensa y expectante al lado de Elian.
Las chicas fueron invitadas a fichar para la casa, y yo debía fichar con Elian. No había llegado a eso y además rompía el acuerdo que teníamos de no darle de nuestro dinero a la casa por estar juntos. Pero ella quería seguir quedándose y me dijo que estaba bien, que no fiche. Seguí con ella, sin saber ya para qué, sólo por que cuando había intentado irme me había detenido. Era una situación muy incómoda, y según me daba cuenta, lo era también para ella.
Dadas las 2 am, este local cierra en días domingos, lunes y feriados. Hubo que iniciar la retirada, y en la puerta Elianme pide el teléfono para llamar a casa y pedir que le dejen la puerta de la calle abierta, ya que el tragamonedas imaginario habría cerrado temprano. Respiré más tranquilo. Anunciado su regreso, debía iniciarlo. Pero por el contrario parecía querer dilatarlo. Se quedó inmóvil en la puerta del Flamingo mientras los demás cofrades deliberaban nuestro próximo destino. Suavemente hice notar que ese destino no nos recibiría, ya que estábamos por retirarnos. Entonces W* se abraza a Elianpor la espalda y le dice cosas al oído. Yo hacía verdaderos esfuerzos para mantener la calma, y ella no se negaba de modo alguno. Esto llegó al límite de mi paciencia. Y aún más cuando W* me pregunta a mí si la llevo o no a no se qué discoteca para seguirla, mientras continuaba abrazado a ella. Preferí la grosería de no responder a cualquier otra mayor que se me pudiera escapar. Entonces es ella la que me requiere. Y del modo más suave, pero debo haber tenido los ojos furibundos cuando lo pronuncié, emití un suave pero contundente “no”. Pese a la suavidad de mi voz mi expresión debe haber sido muy fiera, porque ella, inmediatamente, se deshizo del abrazo, y sin despedirse de nadie, sin decir palabra, se dirigió al primer taxi que estaba parado en la acera. Entonces la seguí, lo abordé con ella y nos dirigimos a su casa.
Ya embarcados, adelantándose a cualquier tipo de reclamo de mi parte, en plan de defensa opta por la ofensiva. Me increpa sobre lo que había llegado yo a hacer en Palmeras. E insinúa que yo voy de local en local y debo tener una chica en cada uno. Me pareció muy descarado de su parte, pero me limité a decirle que lo único que yo puedo hacer es decir mi verdad, pero no está en mi dominio si me la creen o no. Que no puedo hacer nada al respecto. Continuamos el viaje en silencio. La dejé en su casa. Vacié mis bolsillos en sus manos, y sólo me reservé un sol para el pasaje de regreso. Pero no lo usé. Furioso, desandé las dos largas cuadras hasta el Club de Tiro y recorrí toda la avenida Tacna desde su prolongación hasta su inicio, para llegar a mi casa, bajo una fuerte llovizna invernal. En el camino encontré unos sujetos mal encarados, fumando algo raro, pero no se atrevieron a nada. Debo haberles parecido un sujeto peligroso. Y ciertamente, en ese estado, lo era.