DR-NIGHT-MAN
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Desea algo para tomar? - preguntó la muchacha acercándose a su oído para lograr que él le escuchara en medio de aquel ensordecedor ambiente causado por la música.
Oh, si... agua natural helada, por favor - responde él sonriendo.
Con gusto, regreso inmediatamente - y se alejó rápidamente para acercarse a otro cliente y tomar la orden.
A pesar de no ser la primera vez que visitaba un club de strip-tease, no pudo evitar su asombro al notar la cantidad de despampanantes muchachas que se paseaban por el local, mostrando generosamente sus atributos, algunos naturales, pero la mayoría, adquiridos bajo las manos de un cirujano plástico.
Recordó como hacía unos 10 minutos había ingresado al local, puramente guiado por la curiosidad. Tras pagar por la entrada, fue adentrándose a través de un largo pasillo exóticamente iluminado, pero que dejaba ver enormes posters con escenas lésbicas adornando la pared.
Hablando de sutileza - pensó el divertido.
Llegó al final del pasillo y se encontró con un par de escaleras, una hacia arriba indicando el baño de caballeros con luces de neón y algunos otros ambientes, y otra más amplia que descendía terminando frente a un gran espejo, a la izquierda del cual parecía haber un pequeño escenario. El club constaba de tres niveles, virtualmente a oscuras donde preponderaban luces rojas y negras que hacían resplandecer en la oscuridad cualquier ropaje blanco de manera muy llamativa.
El decidió no tomar ninguna de las escaleras sino que se dirigió a la izquierda donde notó un gran numero de sillas y por donde parecía que el show principal se llevaba a cabo.
Desde donde estaba pudo contar aproximadamente a una docena de esculturales muchachas, contoneándose suavemente al andar frente a los potenciales clientes. Alguna sirena rodeaba con sus brazos al varón a quien le habían echado el ojo y sugestivamente le hablaba al oído. Estos cruzaban algunas palabras que no podían ser oídas y asentían siendo llevados de la mano por la muchacha hacia otro lugar, mientras que otros, con una sonrisa forzada negaban con la cabeza, con el consecuentemente alejamiento de la fémina. Claramente podía notarse que algunas tomaban la negativa sin importancia, lanzando una estratégica ultima sonrisa, mientras se alejaban ondulando las caderas de forma hipnotizante, dejando la puerta abierta; mientras que otras, no tan experimentadas, no podían evitar fruncir el ceño ante el rechazo. Duro trabajo, a pesar de las sonrisas, sin duda alguna...
Tras la rápida inspección visual del ambiente, Fernando decidió sentarse en una silla cercana a un largo tablero angosto que se hallaba a cierta distancia del escenario donde la mayor atracción sucedía.
Se sentó, cruzando los brazos sobre su pecho y se dedico a observar mientras esperaba por su bebida.
Aquí la tiene - elevando la voz para tratar de ser oída en medio de la música a todo volumen.
Gracias! - contesto él, extendiéndole cinco soles, por la atención.
Gracias a usted! - sonrió ella.
Bonita muchacha... - pensó él mientras que ella se alejaba a seguir atendiendo a más clientes.
En medio del enorme ambiente, bañado con luces multicolores de rayos láser se podía distinguir a una muchacha que recién había ascendido al escenario.
Recibamos con un aplauso a la deliciosa Gacelaaaaa!!! - vociferaba el discjockey
Escultural, de aproximadamente 1.70, esbelta pero con rotundas curvas, caminar sinuoso, bien calculado, para despertar la imaginación de los visitantes que se encontraban sentados prácticamente a sus pies, alrededor del escenario semicircular. Realmente de una belleza natural poco común, empezó a ondular su cuerpo suavemente al ritmo de una canción en inglés, posiblemente una balada.
Ella lucia una larga cabellera casi hasta la cintura, cabello negro, lacio, brilloso, que contrastaba llamativamente con su piel clara. Sus ojos verdes miraban lánguidamente hacia el vacío, bailando para sí misma, como si no hubiera nadie mas allí...
En tanto, sin saber como, Fernando se vio sentándose sólo del otro lado del escenario, más cerca a ella...
Los hombres sentados allí, seguían sus movimientos roboticamente mientras ella hacia sensuales giros, elevando sus torneada piernas con la gracia de una patinadora sobre hielo. Sus movimientos, cuidadosamente estudiados, eran marcados por breves pausas, en las que su espalda arqueándose lánguidamente, marcaba aun más la curvatura de sus firmes, redondos glúteos, dándoles así a los excitados varones, la fugaz ilusión de poseer ese cuerpo de ensueño. Su curvacea figura continuaba girando, alrededor de un tubo plantado en el escenario, haciendo que su cabellera cubriera parcialmente su rostro y corriera por encima de sus opulentos senos, apenas sostenidos por el brassiere de encaje negro. Sus caderas ondulantes actuaban como imanes que tenían irremisiblemente atrapados los ojos varoniles. Súbitamente, quedó de pie frente uno de ellos que la observaba con la boca abierta y lentamente fue poniéndose en cuclillas frente a él, mientras que con la mano derecha se sostiene por encima de la cabeza del brillante tubo dorado detrás de ella. En tanto, detrás de ella, otro individuo, hipnotizado también, observaba como el cuerpo de ella descendiendo, le ofrece la visión de sus apetitosas nalgas casi abrazando el frío metal que se desliza entre ellas. El coro de voces desciende acompañando su movimiento.
Y queda así, frente a ellos, sentada sobre sus talones calzados en negros zapatos altísimos de plataforma, con esos hermosos e invitantes muslos separados, mostrando la entrepierna, primorosamente cuidada, de piel tersa, minuciosamente rasurada. La diminuta tanga semitransparente revela una pequeña mata de vello oscuro que invita a fantasear. Su mano izquierda, estratégicamente se desliza desde la rodilla, arrastrando suavemente las largas uñas de rojo intenso sobre su piel seguido de las miradas de ellos, acariciando ese terso muslo, acercándose más hacia el pubis, que cubre maliciosamente por un instante, torturando a sus espectadores. Usando sus finos dedos extendidos, frota la vulva suavemente a través de la tela, mientras muerde su labio inferior, cerrando los ojos y girando la cabeza hacia un lado, como un gesto de inocente pudor. Su otra mano, baja hasta la otra pierna y recorre la parte externa de su muslo para llegar a esa apetitosa nalga, que acaricia y aprieta en forma invitante. Sigue descendiendo y aparece cubriendo su raja que es ocupada por ese envidiado filamento de un hilo dental.
Así, con una mano delante y otras detrás, la de arriba se adentra desde su plano abdomen por detrás del triangulo de tela acariciando su sexo suavemente en círculos, mientras que la otra le hace el encuentro desde abajo. Ambas manos se prestan a una traviesa pero suave exploración que culmina en la apertura de los labios menores con los dedos de una mano, mientras que el dedo medio de la mano que ocupa su raja se entierra lentamente en su vagina, todo esto observado sedientamente por los varones a través de la telilla de su tanga.
Uhhhhhhmmmmm- gime ella suavemente, con los ojos cerrados. La música alcanza un clímax en el que las voces masculinas y femeninas se unen...
Súbitamente se pone de pie al cambio de la música y se aleja hacia la pared de espejos, moviendo las caderas en forma enloquecedoramente lenta.
Dando la espalda a todos, pega su rostro el espejo y quiebra la cintura proyectando ese hermoso culo hacia el público aullante. Hace suaves círculos con el trasero y voltea. Pegando los tersos glúteos contra el frío espejo, proyecta sus pechos hacia adelante y desciende un tirante del brassiere, luego otro, acompañándose, de suaves movimientos de su cintura. Lleva las manos hacia atrás y la prenda salta hacia adelante, quedando sostenida sólo por las copas por el firme volumen de sus senos. Camina hacia el centro, desesperando a los espectadores que rogaban que la prenda cayera al suelo. Ella sabe lo que hace y mientras mece suavemente las caderas al andar, sus dedos sutilmente empezaron a bajar la pieza inferior alrededor de sus caderas. Así, cuando llegó al centro del escenario nuevamente, la diminuta prenda se mantenía obstinadamente a la mitad de sus firmes y apetecibles muslos.
Se detiene, gira ondulando las caderas. El limitado movimiento de sus piernas debido a la braga hacen que intencionalmente resalte su hermoso trasero e inesperadamente termina arrodillada en el piso, frente a un embelesado Fernando. Extiende sus manos hacia él, como queriendo atraerlo hacia ella, y acaricia el rostro expectante, dibujando la firme pero tensa quijada... lentamente se echa hacia atrás sentándose lentamente, proyectando los pechos redondos hacia arriba. Junta los brazos, presionando los pechos entre ellos, lo que libera la prenda dejando las aureolas oscuras completamente a la vista. Se ofrece nuevamente hacia adelante, colocando una pierna a cada lado de él. El brassiere desciende por el terso abdomen de ella, y termina en su regazo, ella lo toma por la nuca y el hombro y se acerca a él, bañando su oído con cálido aliento. Se despega, lo mira nuevamente y acerca el rostro masculino a su pecho cálido, restregándolo suavemente entre sus generosos senos. Se echa hacia atrás nuevamente y cruzando una pierna por encima de la cabeza del espectador, queda a gatas dejando su espectacular trasero a tan sólo centímetros de su rostro. Baja su torso desnudo lentamente hasta tocar el iluminado piso con sus pezones primero, sus suculentos pechos, que se aplastan debajo de ella y finalmente su bello rostro, y así, presentando formidablemente esa hermosa raja, lentamente termina de hacer descender la minúscula tanga con sus manos por sus muslos tersos, descubriendo la tan ansiada vulva rosada. El observador, fascinado, no puede reprimir el contener por unos segundos su respiración al observar tan bella visión. Esas nalgas perfectas, redondas, ligeramente bronceadas, se encontraban en una enloquecedora raja que dada la generosidad de los glúteos, lucia misteriosamente profunda, insinuando muy sutilmente la apertura anal. Los delicados labios se empiezan a insinuar por debajo. El siente la boca seca, y desea saciarse con los jugos que gustosamente arrancaría de esa flor que está frente a el.
Ella sabiendo bien el efecto que causa en los hombres, lleva una mano hacia atrás y desliza el dedo medio en forma descendente por esa raja. La otra mano acompaña pronto en la sensual labor y en lentísima maniobra separa sus divinos glúteos para presentarle a el la visión entera. El anillo de carne, arrugadito, apretado, rosado e invitante, la vulva delicada, pequeña de labios menudos, tirantes por su pequeñez, la matita de vello que se pierde entre las piernas. El clítoris, tímidamente insinuándose por debajo del capullo de piel.
Manteniendo el trasero en el aire, sus manos terminan de retirar la braga de sus piernas y sin mirar arroja la pieza hacia la pared de espejos, con precisión, revelando las muchísimas veces que había hecho lo mismo. Así, completamente desnuda, se eleva apoyándose sobre sus manos y rodillas y se dirige gateando al otro extremo donde más clientes, con ojos suplicantes la esperaban. Su gatear felino, torturante, deja al tipo paralizado, mientras deposita mas billetes sobre el escenario. En esta oportunidad él fue el afortunado, el escogido...
Desde su posición miraba como ella se insinuaba a los otros individuos, meneando su cuerpo tentadoramente al ritmo suave de la música. Finalmente, la música va extinguiéndose y ella se levanta lentamente y gira, dando una ultima visión coreografiada de su exuberante cuerpo. Así, desnuda se acerca a cada cliente y se hinca ante él sin cubrirse, para recoger los billetes dejados por ellos y agradecer con una suave sonrisa. Algunos le devuelven la sonrisa, casi todos solo miran su vulva expuesta, pero solo uno, Fernando, le alcanza unos billetes mirándola a los ojos.
Eres cautivante - le dice, sin mirar mas que sus ojos.
Gracias... de verdad - dice ella agradecida por mirarla en ese instante como algo más que un trozo de carne.
Gracias a ti - responde él, rozándole levemente la mano, al darle el dinero. - fue realmente bello verte bailar así...
De veras? - pregunta ella con una sonrisa
De veras... - mientras se oían los aullidos de los otros clientes, mostrándose evidentemente atraídos a la bella bailarina.
Gracias nuevamente -dice ella mientras se incorpora para seguir recogiendo el dinero ganado.
La ve alejándose, y recogiendo los demás billetes del suelo, sonriendo a los otros y dirigiéndose hacia el fondo a recoger sus breves ropas, ella voltea y le dedica una sonrisa antes de bajar del escenario.
El se levanta de la silla y se dirige a lugar que ocupaba antes, no tan cerca al escenario. De lejos la observa de pie al lado de la estación del discjockey, poniéndose de nuevo las prendas.
Una vez lista, la ve aproximarse a los ruidosos hombres que aullaban de admiración, mientras le enviaba a Fernando fugaces miradas.
La rutina de verlas ofreciéndose para lograr un baile privado con un cliente nunca le había parecido tan duro ni penoso como ahora. Obviamente los pedidos de los escandalosos muchachos no iban de acuerdo a lo que ella acostumbraba, o tal vez ellos le pedían que bajara el precio ridículamente.
Ella emprendió el camino hacia él, sonriendo...
Hola!-mientras sentía una mano acariciando su hombro - Soy Ericka, como te llamas?
El volteó a contestar el saludo y observó luego como Gacela, tan pronto lo vio, siendo abordado por otra, giro sobre sus talones y se dirigió a otro cliente sentado por allí.
Fernando - contestó él, sonriendo forzadamente, tratando de no mostrar que su atención estaba totalmente fija en la muchacha de cabello negro...
Mucho gusto de conocerte, Fernando - coquetamente, luego se acerca a su oído - dime, te gustaría divertirte un rato conmigo?
El seguía observando a Gacela hablando con el otro hombre. Lo ve ponerse de pie y ella lo toma de la mano, saliendo del ambiente, mientras Fernando los seguía con la mirada.
La verdad es que recién llegué, - contesta él, ocultando cierta molestia - tal vez más tarde, OK?
Más tarde entonces... - sonríe la intrusa involuntaria - que la pases bien, eh?
Gracias - contesta el mientras ve a la pareja descendiendo las escaleras.
El continuó observando el espectáculo. Tenía que reconocer que la belleza de muchachas aquí superaba lo que había visto en otros clubes. Se veían, educadas, pulcras, y casi todas podían ser confundidas con modelos profesionales.
Durante los minutos siguientes, mientras trataba de calmar su sed con la bebida helada, fue abordado repetidas veces por un sinnúmero de muchachas a quienes rechazó amablemente. Pero como todo no puede ser color de rosa, en un momento él tuvo que pasar un mal rato también...
Quieres que te de un baile privado? - preguntó una despampanante rubia sentándose de improviso sobre sus piernas. El pudo claramente notar la falta de experiencia de la recién llegada.
Muchas gracias... pero no. Tal vez mas tarde... - contestó el gracilmente.
Que pasa? Acaso eres gay? - respondió ella en tono insolente.
Fernando, lejos de sentirse insultado por la chiquilla, calmadamente sonrió y le hizo un gesto de que se acercara para hablarle.
No... no es así - hablando calmadamente.
Entonces? No te gustan las mujeres acaso?
Si... me gustan y muchísimo, pero lamentablemente tu no eres mi tipo.- dijo mirándola a los ojos
Idiota!!! - contestó ella poniéndose de pie y dando la media vuelta, visiblemente fastidiada.
Para servirte, chiquilla - contestó el conteniendo una carcajada.
Siguió deleitándose la vista con las espectaculares mujeres que desfilaban a su alrededor. Luego de observar a varias muchachas danzando sobre el escenario, pudo distinguir a una morena espectacular ejecutando una acrobática rutina en uno de los tubos situados en el centro del escenario. El publico rompió en aplausos cuando suspendida cabeza abajo, sujeta tan solo con sus piernas del metal, se quitó el brassiere agitando los senos
Hola! Escucho por encima del hombro, lo que le hizo retirar la vista del escenario...
Era ella, había regresado seguramente después de haber dejado a su cliente babeando de excitación.
Hola, como estás? - preguntó el gentilmente, mientras se sentaba en la silla de al lado para invitarla a que se sentara. Ella lo hizo, y haciendo un leve mohín de satisfacción...
Ohhh, que tibia está esta silla - mientras cruzaba la piernas y los brazos.
Me imagine que te gustaría - contesto el juguetonamente.
Ella sonrió celebrando su ágil respuesta, sin caer en la vulgaridad o grosería tratando de impresionarla.
Por eso regresé. - dijo ella - aunque también imaginé que estarías... "ocupado".
No, la verdad es que estuve sentado aquí desde tu número.
No..de verdad?
Pero pensé...
No, no me interesaba ir con esa muchacha. - contesto el mirándola a los ojos - me agrada mas conocer a la persona que tengo delante mío, y después...tal vez..
Entiendo -aseveró ella. Algo intrigada por el hecho de que él tan sólo mantenía sus ojos en el rostro de ella, sin dejarse llevar por la opulencia atrayente de sus curvas.
Normalmente ella estaba habituada a sentir como los hombres que visitaban el club simplemente lamían toda su piel con los ojos, y alguna que otra vez, alguno se habría atrevido a manosear sus glúteos sin permiso. Gajes del oficio, que endurecen el espíritu de estas féminas.
Cómo te llamas? - pregunta ella sonriendo francamente. No una sonrisa de compromiso, sino que realmente estaba empezando a disfrutar de esta conversación..
Fernando... - estudiando las hermosas facciones de ella - y tú? -Levantando las cejas.
Me llamo Gace...Maribel - tartamudeó - Que estúpida!! - pensó, - Por que le di mi nombre? - dijo ella con resignación, extendiéndole la mano, casi formalizando la presentación.
Mucho gusto, Maribel - recibiendo la mano de ella, que cogió gentil pero firmemente. - Preferirías que te siga llamando Gacela ?
N-no...Maribel está bien, al menos cuando no hay otros cerca.
Con gusto - contestó él dándole seguridad.
No has estado antes por aquí, no es así?
No, es la primera vez que vengo... y me alegro de haberlo hecho...
Ella entendió y pese a estar habituada a charlar con muchos varones no pudo evitar sonrojarse levemente ante la franqueza y seguridad de Fernando. había algo en él que la intrigaba...su seguridad,...su cortesía,...su educación...no sabía, pero por algún motivo la hacia sentir que en ese momento ella no era la bailarina exótica del club tratando de conseguir otro cliente.
Los minutos sucedieron rápidamente, y sin darse cuenta ambos ya sabían algo de la vida del otro. El era un ingeniero electrónico, graduado en EE.UU., hijo de familia adinerada, que en ese momento trabajaba para una compañía transnacional en Lima. Tenia 30 años de edad, gustaba de los deportes de aventuras y viajar a lugares exóticos. Ella, tenía 26, sin hijos. Había empezado a estudiar carrera de Administración de empresas, pero debido a una bancarrota en la familia, tuvo que abandonarla y entró a trabajar en el club como mesera para ayudarse con los gastos. Eventualmente al ver que los gastos crecían y que las bailarinas del club recibían sendas propinas por bailar privadamente, se animó a probar el escenario durante una audición y fue escogida. Al inicio, según ella le contó, no tenia la menor idea de como moverse en el escenario, hasta que a una colega se le ocurrió que saliera con un minúsculo antifaz a bailar. El truco resultó, con lo que logró en poco tiempo dejar al público boquiabierto con su natural sensualidad.
Desde entonces había ido ahorrando dinero para reanudar su carrera pero no era suficiente, además, aparentemente, la motivación por un mejor futuro había desaparecido.
No sabia por que, pero esta era la primera vez que ella no tenia que ser el paño de lagrimas de otro. Todo lo contrario. El seguía con suma atención cada minúsculo detalle de su conversación, como el club les quitaba prácticamente la mitad de lo que ganaban tan arduamente, como restringían los días de trabajo, etc. Pero aún así el no podía dejar de admirar la tenacidad de ella para seguir trabajando y seguir tratando a los clientes con tanta cortesía...
Ufffff! - dijo ella en un largo suspiro - ya te deben estar doliendo los oídos de tanto escucharme, no?
El sonrió - No te preocupes, me encanta oírte hablar.
Oh! Es la primera vez que alguien me oye a mi en este lugar...
Una mano se poso sobre el hombro de ella, haciéndola elevar la mirada en forma refleja...
Gacela...te toca ir al escenario, por lo menos... - le dice uno de los supervisores que revoloteaban por el club vigilando a las muchachas.
Fernando pudo percibir claramente la mirada inquisitoria del hombre. Aunque no mediaron más palabras, nítidamente entendió el reproche por sentarse a charlar sin hacer dinero para el club.
Empezaba ella a levantarse.
Fernando la toma de la mano y poniéndose de pie...
No me ibas a dar un baile privado...Gacela?
Ella lo miró a los ojos, sorprendida. En ningún momento le había insinuado que bailara con ella. Sin realmente estar pensando, solo asintió con la cabeza, por lo que el supervisor se empezó a alejar de ellos.
Gracias...-le susurró ella, mientras se dejaba guiar de su fuerte brazo.
No te preocupes - dijo el - por que no me llevas a tu lugar favorito, eh?
Inmediatamente le vino a la mente la imagen de esos pequeños cuartitos donde los clientes apenas pueden disfrutar del contacto con el cuerpo de las bailarinas, en consecuencia mayor protección para ellas. Usualmente la tarifa más baja significaba usar esos minúsculos cubículos.
No...prefiero llevarte a donde se te va a agradar mas a ti...
Y cambiando de dirección, lo hizo dirigirse escaleras abajo. Al llegar al final de la escalera observaron un pequeño escenario donde una muchacha se contorsionaba bajo las luces. Lo llevó hasta el final del ambiente donde se vislumbraba otra entrada donde se podían observar unos pequeños cuartos con camas, aislados del pasillo por cortinas.
Caramba! No conocía esta área - exclamo él
Muy pocas lo usan - le explico ella - usualmente solo los platudos los usan...
Pero...
Shhhh...ven - atrayéndolo a uno de ellos.
El la siguió dócilmente.
Arriba, usualmente cobro 40 dólares, 60 por desnudarme totalmente y 80 por permitir que me toquen. - Le empieza a decir ella - Aquí en estos ambientes, el precio aumenta en 40 dólares.
El la mira algo confuso...
Pero tu has sido un caballero conmigo - le dice ella de pie apoyada contra el marco de la pequeño umbral, mientras el la observa sentado en el lecho cubierto de terciopelo rojo. - Solo tendrás que pagarme el mínimo por sesión durante la canción que toquen, para cubrir lo que el club requiere, OK?
El la ve hermosamente apoyada con sus manos en la espalda. La posición de daba una bella curvatura a su columna que acentuaba sus hermosas curvas. Cómo podía alguien no ser caballeroso con tan hermosa criatura?
Esta bien - dice él.
La canción empezaba y ella apoya una rodilla en la cama. Empuja suavemente su pecho, haciéndolo reclinarse..
Recuéstate,...ponte cómodo.
Como una rutina de seguridad, las bailarinas estaban habituadas a recibir el dinero por adelantado antes de iniciar cualquier baile. Sin embargo, por primera vez, a ella no le preocupó eso. Ya hablarían después. Cuánto después? No lo sabia, solo después...
El se recostó, acomodando una pequeña almohada bajo la nuca y se dedicó ahora a deleitarse con esa visión que era ella.
La vio cubrirlo con su cuerpo sin depositar su peso sobre él, pero sí lo suficiente como para acercase y rozar su mejilla con la suya. Le da suavemente un beso en la mejilla y se retira. El la sigue con la mirada...
Maribel se pone de rodillas a horcajadas sobre las piernas de él y lleva las manos a la espalda, procediendo a desabrochar el brassiere. La prenda se mantiene suspendida de esos hermosos globos. Se inclina suavemente y le susurra:
Me lo sacas, ....Fernando? - sonriéndole dulcemente.
El devuelve la sonrisa, y levanta las manos, que ella toma y deposita sobre sus hermosos pechos y le hace retirar la prenda. Los bellos senos pendulan levemente ante su rostro visiblemente emocionado. El hace el ademán de bajar las manos nuevamente, pero ella las toma y lo hace acariciar suavemente sus pechos.
Estas segura? -pregunto él
Si, lo estoy. - susurra ella
Eres tan hermosa, Maribel...
El mágico toque de él estaba surtiendo un extraño efecto en ella. Usualmente habituada al tosco magreo de individuos que sentían pleno derecho a manosearlas descaradamente, esta vez se sintió cautivada por la suavidad de sus manos, ella se sentía tratada como delicado cristal.
Anda, no tengas miedo - sonríe ella - no me voy a romper...
Es que no quiero hacerte sentir incómoda... - responde él, no con timidez, sino mas bien por consideración a ella.
Está bien...realmente - dice ella desabotonando su camisa - ...estoy disfrutando de como me tocas...
El sonríe y deja deslizar sus manos sobre el cuerpo de ella. Primero sus dedos se dirigen a su rostro terso, calmado. Marca luego el delgado cuello que se estremece levemente a su roce.
Los hombros de ella son dibujados suavemente por los dedos de el que parecen flotar. Ella cierra los ojos y exhala un suspiro de agrado. La tersa piel ella luce aún más bella bajo la tenue luz que los envuelve.
A la vez el puede percibir lentamente como las caderas de ella se han empezado a mecer lentamente mientras han alcanzado su pubis. El teme por un instante que ella se retire al sentir la creciente erección bajo su pantalón. Pero ella, lo mira, sonríe y asiente con aprobación.
Las manos de él se deslizan por los costados del lindo torso, como contando las costillas que apenas se ven, dibujando los lados de sus senos generosos, que en estos momentos se han vuelto mas sensibles. Sus dedos, delicadamente se deslizan tocando el vientre de ella, hasta llegar al elástico de la braga negra. Sus índices, se mueven hacia los lados, siguiendo los filamentos. Ella se echa plenamente sobre él mientras mantiene el suave movimiento circular sobre el palpitante bulto masculino.
Fernando cierra los ojos por un instante para disfrutar del firme pero a la vez terso tacto del trasero de Maribel. Ella suspira y suavemente mueve sus pechos sobre el pecho de Maribel, ahora descubierto.
Normalmente, ella no permitiría que este tipo de contacto con un cliente la excite. Al fin y al cabo, esto era simplemente un trabajo. Pero en esta oportunidad se estaba dejando llevar y se permitió disfrutar del hábil tacto de Fernando. Podía claramente percibir su curvilíneo cuerpo estremecido sobre él, y la forma como sus pezones respondían a las caricias poniéndose mas turgentes a cada segundo.
El movimiento ondulante de las caderas de ella sobre él, a la vez de brindarles agradables sensaciones a Fernando, también le empezaba a producir un delicioso cosquilleo en la vulva.
Tal vez sea prudente detenerme... - pensó ella.
Pero sintió el suave masaje de sus glúteos con una mano, mientras que la otra recorría su espina, sin prisa alguna.
Dios! Realmente estoy disfrutando de esto - siguió ella pensando - ...tal vez yo le debería pagar a el por lo bien que lo hace ...
Fernando, a estas alturas se sentía emborrachado con el suave olor de la piel femenina, besando el cuello terso, con lentitud, mordiendo suavemente...
El había tenido a muchas bailarinas con él antes, pero nunca una como ella, que se conectaba tan bien con él, disfrutando, dejándose llevar.
Tomándola por los costados, elevó el torso de ella sobre su rostro y dejo que uno de los endurecidos pezones se deslizara dentro de su boca. Su lengua, empezó a hacer pequeños círculos, bordeándolo...luego el otro...
Que dulce! Me quiere hacer disfrutar - inconscientemente comparándolo con aquellas bestias que simplemente parecían querer arrancarle los pezones con la boca, o estrujar su cuerpo como si fuera una muñeca de trapo. Pero no esta vez, no...no con él. Esto era diferente...
Mmmmmm...- dejó escapar ella.
Sus hermosas caderas estrecharon aun mas el contacto contra el pene encerrado. Ya no le importaba mucho a ella limitar el contacto, la fricción, como solía hacerlo siempre. Ella también deseaba disfrutar.
E-espera...- dijo ella casi gimiendo, al sentir los dedos de el deslizándose entre sus generosas nalgas, pero cuidando de no tocar el sexo de ella que a estas alturas se hallaba muy húmedo.
??? - él la miraba intrigado mientras ella se separaba de él, pensando que habría hecho algo que le habría disgustado.
Ella se arrodilló en el lecho a la izquierda de él, giró dándole la espalda y lentamente se echó boca abajo, sin quitarle la mirada a él.
Desde donde estaba él, podía observarla, con la cabeza en dirección a sus pies. Por unos segundos ella pareció quedarse quieta, como pensando, mientras lo miraba a los ojos. Luego sonrió y elevando ese redondo trasero, dándole un espectacular visión, procedió a deslizar la pequeña tanga a lo largo de sus apetitosos muslos bronceados.
Fernando como el pulso le golpeaba fuertemente las sienes, sabiendo que ella no necesitaba hacer eso, desnudarse totalmente. Había algo más. Esto no era simplemente un baile por el cual se pagaba dinero. Era más que eso...
Viendo como la pequeña prenda había quedado a la altura de las rodillas de ella, que se había quedado quieta, mirándolo, él procedió a deslizarla por sus tobillos, sorteando por los altos zapatos negros. La mirada de él brillaba, y acariciando sus pies, se atrevió a liberar sus pequeños pies del calzado. Los ojos de ella, mostraban calma ante la inesperada maniobra, especialmente cuando sus fuertes manos procedieron a masajear sabiamente los pies desnudos de ella. Maribel cerró los ojos...
Ohhh - suspiró ella, sensible a todo lo que él hacía - realmente sabes usar esas manos...
El sonrió, confiado, pero la sonrisa se borró momentáneamente del rostro de él, al ver que ella pasaba una pierna sobre su cabeza, quedando montaba sobre su cuerpo, dándole una alucinante visión de su delicada vulva mojada y esos glúteos que invitaban a acariciarlos, morderlos. Fernando sintió su mástil, atrapado entre los generosos pechos de Maribel, que sobre la tela empezó a cubrirlo lentamente de besos. Ella, deteniéndose, puso sus labios entreabiertos sobre el bulto furiosamente atrapado bajo el pantalón y sopló, haciendo que una cálida oleada de aire caliente se filtrara a través de la tela, bañando el pene que pugnaba por salir de su encierro.
Uhmmmmmmm! -estremecido.
Maribel, sonriendo satisfecha por la reacción, dejó llevar las manos acariciando, la parte interior de los muslos de él, sintiendo el calor de su piel bajo el pantalón.
Esto era un constante intercambio de estímulos, como pequeños regalos que mutuamente se daban, procurándose el limitado placer que se podrían brindar en un lugar como ese.
Si no estuviéramos aquí...- Se encontró pensando ella
Que sería si ella y yo.... - cruzó por la mente de él.
Ambos, por alguna extraña razón detuvieron sus caricias, por tan solo un mero instante, sintiendo claramente los movimientos de la respiración del otro. Solo un instante, que fue interrumpido en el momento en que él movió su mano derecha atrapando el glúteo al lado opuesto, rozando con el antebrazo los labios vaginales de ella, que se sobresalto visiblemente.
Ohh! - no hubo intención de alejarse de parte de ella.
El continuó masajeando el glúteo, haciendo que la piel de su brazo siguiera frotando la sensible vulva. Ella arqueó la espalda, cerrando los ojos...
Hace tanto ....- pensaba, mientras sentía ese jugueteo de él.
Ella le había advertido que no podría meter ninguna parte suya dentro de ella, pero esto, esto no era jugar limpio. O lo era? Al fin y al cabo no estaba más que rozando "casualmente" sus zonas íntimas, como cuando ella se sentó sobre su paquete.
Decidió no detenerlo, presintiendo que no intentaría meter sus dedos en ella, dejándose llevar por el goce que el rítmico roce le procuraba.
Mmmmm - tratando de acallar un gemido.
Ante las sensaciones descendió nuevamente la cabeza sobre el pubis de él. Se quedó viendo al coloso masculino hinchando notablemente el pantalón y poniendo la cabeza de lado, le dio un suave mordisco al grueso tronco que se insinuaba descaradamente.
Ohhhhhhhh! - casi bramó él sorprendido.
Las caderas de ella ahora se movían suavemente, buscando el roce de su congestionado clítoris con la piel de él. Las sensaciones quemantes en el vientre de ella crecían a cada segundo.
Oh, Dios! Hace tanto tiempo... - se oyó ella misma diciéndose muy quedamente.
El rítmico movimiento de ambos continuó, bañando el antebrazo de él con los fluidos de ella. Era imposible para ella detener lo inminente, y tampoco hubiera querido aún si hubiese podido. Ese roce, la forma en que también estrujaba hábilmente sus nalgas estremecidas. La otra mano, alocándola al juguetear con su pecho, atrapando ese pezón entre los dedos traviesos.
MMmmmmmmhhmmmmm.....- tratando de silenciar el largo gemido, enterrando su rostro en la entrepierna de él - Diossssssss
Se agarró con fuerza a los muslos de él, tratando de disimular el orgasmo, pero sintiendo los músculos varoniles, tensándose bajo sus manos, el calor, el olor de su sexo inhiesto, no hicieron mas que precipitar un segundo orgasmo seguidamente....
Ohhhhhhhh! -exhalando ella profundamente.
Estás bien, Maribel? - preguntó el adivinando lo que acababa de ocurrir. Los espasmos en la vulva de ella no habían pasado desapercibidos para él. El sonrió, satisfecho del goce de ella.
S-si, estoy bien - tratando de disimular - no es nada...no te preocupes...
Fernando esbozó una sonrisa. El sabia perfectamente que las bailarinas no debían procurar orgasmos a sus clientes, o viceversa. Pero aquí no estaba ocurriendo algo parecido a lo usual para ambos.
Ella se levantó y apoyándose en sus manos, se recostó de espaldas sobre él, tratando de no manchar el pantalón de él con sus fluidos delatadores. Su espalda desnuda sintió en contacto del fuerte pecho de él, los glúteos desnudos se posaron sobre el pubis masculino, atrapando el cilindro encerrado entre sus firmes cachetes.
Maribel buscó sus manos y las posó sobre sus agitados senos. Comenzando un suave movimiento de vaivén que empezó a producir intensas sensaciones en el sexo masculino.
Ella sentía claramente el intenso endurecimiento de su tronco, y por un momento deseo tenerlo dentro.
Tan solo si...- pensó ella, para luego tratar de desechar la idea - no, no, este es mi trabajo.
Mmmmm - gemía Fernando al sentir como su durísimo pene era fuertemente estimulado por la intensa fricción de los glúteos de ella.
Ohhhh, ohhhh - Dejo escapar él, al sentir las sensaciones acumulándose bajo el danzante culo.
El rostro de ella se encontraba al lado del suyo, mejilla con mejilla, meciéndose suavemente. El creciente ritmo de la respiración de Fernando causaba en ella un efecto intoxicante, quería más, quería darle lo que el le había dado momentos antes.
La mano derecha de Fernando, abandonó el seno de ella para tomar la mano femenina y guiarla hacia abajo. Ella se dejó llevar. Maribel sintió la abundante humedad de su vulva, como innegable muestra del goce. Los dedos de él empezaron a imprimir un movimiento rítmico a los dedos de ella, indicándole que frotara su vulva, su clítoris. A estas alturas cualquier titubeo estaba fuera de lugar y ella se vio a si misma masturbándose sobre su cuerpo.
Sigue así, dulce Maribel - le susurró el al oído.
Nunca la habían llamado por su nombre en este lugar, y menos aún nadie le había hecho sentir el placer que estaba sintiendo. Sus dedos se movían con los de él. Ella deseó íntimamente que los dedos de Fernando se enterraran en la caliente cueva.
Las sensaciones para ambos estaban llevándolos a una inevitable erupción de placer. El rostro de ella, con la boca entreabierta, al lado del rostro de él, los labios tan cerca, deseando tocarse, pero sin hacerlo. Las fuertes respiraciones mezcladas. No había nada más, no estaban aquí, en el club, sino en algún otro lugar remoto, desierto, paradisíaco.
Ohhhh! Ah..ah...ah...ah...ah - casi al unísono.
Hazlo conmigo, Maribel! - gimió él.
Mmmmmmmmmmmm,Ohhhhhhhhh - dejo escapar ella, no pudiendo contener el orgasmo
Ahhhhh, Diossssss - le acompañó el, sintiendo sobre su cuerpo los espasmos que recorrían el cuerpo de ella.
Y en un formidable instante ambos cuerpos, buscaron un contacto mas intenso entre ellos. El la apretó contra sí, casi hercúleamente, casi cortando su respiración...
S-siiiii... - dejo escapar ella con satisfacción, al sentir los labios de el presionándose contra la mejilla de ella en un beso que transmitía mucho más, percibiendo las intensas contracciones orgásmicas recorriendo las caderas de Fernando.
Ambos quedaron inmóviles, tratando de recuperar el aliento. No hubo palabras, solo miradas. Los rostros tan cerca, tratando de adivinar lo que el otro pensaba. El se ladeó levemente, haciéndola echarse a su lado, rodeándola con sus fuertes brazos.
La última canción, ya terminó...- dijo ella
Lo sé...
Y simplemente la estrechó más hacia el. Ella se acurrucó en sus brazos, sintiéndose protegida por un instante. No le importaba haberle dado mucho más de lo que el le iba a pagar, y aun si no le hubiera pagado, no hubiera importado. El la había hecho sentir mujer, aun en este lugar, donde las mujeres no son más que objetos, mercadería que es comprada, usada y luego desechada.
Quedaron echados por varios minutos, algunas otras canciones tocaron mientras ellos yacían allí. el le acariciaba el rostro dulcemente, como si fuera un tesoro.
Me tengo que ir, Maribel - dijo el apesadumbrado - tengo mucho trabajo y esta semana viajaré a EE.UU. por una semana.
Entiendo - respondió ella, mientras lo veía arreglarse la ropa. Al fin y al cabo, esto había sido solo un momento de placer, un baile, el un cliente y nada más. Se reprochó a si misma por dejarse llevar por ideas tontas...
El la miraba cautivado, a lo que ella no podía sino sentirse algo ruborizada.
Me preguntaba...- dijo el, algo indeciso de continuar la pregunta.
Si? dime... - le animó ella.
Bueno, voy a regresar en un mes, aproximadamente - continuó el - y me gustaría mucho verte...invitarte a cenar o algo así, si es que tu quieres...
Es que no se supone que nosotras...-empezó a responder ella.
Si...se que no pueden salir con clientes - contestó el - política del club...
Si...no podemos.
Bueno - continuó él. - Yo no quiero seguir siendo cliente tuyo...
Ella abrió los ojos, mirándolo confusa.
El tomó las manos de ella que aún sostenían las prendas de ella y poniendo unos billetes doblados entre ellas, le dio un beso en la mejilla...
Quisiera conocer mejor a Maribel , no a Gacela...
Y dando la media vuelta, se marcho dejándola totalmente confundida. Luego de unos segundos, sacudió la cabeza tratando de ubicarse en el ambiente nuevamente y miro con detenimiento lo que el había puesto en sus manos. 400 soles! casi el doble de lo que le hubieran pagado por 4 canciones. Pero algo mas llamó su atención, entre los billetes había dejado una tarjeta, con su número de teléfono...
Salió de prisa del cuartito, vistiéndose como pudo mientras caminaba. Los zapatos colgaban de su mano, mientras ella trastabillaba, tratando de ponerse la ropa de baile.
Llegó al piso superior y escudriñó el ambiente tratando de localizarlo. No estaba, se había marchado...
Continuará...
Oh, si... agua natural helada, por favor - responde él sonriendo.
Con gusto, regreso inmediatamente - y se alejó rápidamente para acercarse a otro cliente y tomar la orden.
A pesar de no ser la primera vez que visitaba un club de strip-tease, no pudo evitar su asombro al notar la cantidad de despampanantes muchachas que se paseaban por el local, mostrando generosamente sus atributos, algunos naturales, pero la mayoría, adquiridos bajo las manos de un cirujano plástico.
Recordó como hacía unos 10 minutos había ingresado al local, puramente guiado por la curiosidad. Tras pagar por la entrada, fue adentrándose a través de un largo pasillo exóticamente iluminado, pero que dejaba ver enormes posters con escenas lésbicas adornando la pared.
Hablando de sutileza - pensó el divertido.
Llegó al final del pasillo y se encontró con un par de escaleras, una hacia arriba indicando el baño de caballeros con luces de neón y algunos otros ambientes, y otra más amplia que descendía terminando frente a un gran espejo, a la izquierda del cual parecía haber un pequeño escenario. El club constaba de tres niveles, virtualmente a oscuras donde preponderaban luces rojas y negras que hacían resplandecer en la oscuridad cualquier ropaje blanco de manera muy llamativa.
El decidió no tomar ninguna de las escaleras sino que se dirigió a la izquierda donde notó un gran numero de sillas y por donde parecía que el show principal se llevaba a cabo.
Desde donde estaba pudo contar aproximadamente a una docena de esculturales muchachas, contoneándose suavemente al andar frente a los potenciales clientes. Alguna sirena rodeaba con sus brazos al varón a quien le habían echado el ojo y sugestivamente le hablaba al oído. Estos cruzaban algunas palabras que no podían ser oídas y asentían siendo llevados de la mano por la muchacha hacia otro lugar, mientras que otros, con una sonrisa forzada negaban con la cabeza, con el consecuentemente alejamiento de la fémina. Claramente podía notarse que algunas tomaban la negativa sin importancia, lanzando una estratégica ultima sonrisa, mientras se alejaban ondulando las caderas de forma hipnotizante, dejando la puerta abierta; mientras que otras, no tan experimentadas, no podían evitar fruncir el ceño ante el rechazo. Duro trabajo, a pesar de las sonrisas, sin duda alguna...
Tras la rápida inspección visual del ambiente, Fernando decidió sentarse en una silla cercana a un largo tablero angosto que se hallaba a cierta distancia del escenario donde la mayor atracción sucedía.
Se sentó, cruzando los brazos sobre su pecho y se dedico a observar mientras esperaba por su bebida.
Aquí la tiene - elevando la voz para tratar de ser oída en medio de la música a todo volumen.
Gracias! - contesto él, extendiéndole cinco soles, por la atención.
Gracias a usted! - sonrió ella.
Bonita muchacha... - pensó él mientras que ella se alejaba a seguir atendiendo a más clientes.
En medio del enorme ambiente, bañado con luces multicolores de rayos láser se podía distinguir a una muchacha que recién había ascendido al escenario.
Recibamos con un aplauso a la deliciosa Gacelaaaaa!!! - vociferaba el discjockey
Escultural, de aproximadamente 1.70, esbelta pero con rotundas curvas, caminar sinuoso, bien calculado, para despertar la imaginación de los visitantes que se encontraban sentados prácticamente a sus pies, alrededor del escenario semicircular. Realmente de una belleza natural poco común, empezó a ondular su cuerpo suavemente al ritmo de una canción en inglés, posiblemente una balada.
Ella lucia una larga cabellera casi hasta la cintura, cabello negro, lacio, brilloso, que contrastaba llamativamente con su piel clara. Sus ojos verdes miraban lánguidamente hacia el vacío, bailando para sí misma, como si no hubiera nadie mas allí...
En tanto, sin saber como, Fernando se vio sentándose sólo del otro lado del escenario, más cerca a ella...
Los hombres sentados allí, seguían sus movimientos roboticamente mientras ella hacia sensuales giros, elevando sus torneada piernas con la gracia de una patinadora sobre hielo. Sus movimientos, cuidadosamente estudiados, eran marcados por breves pausas, en las que su espalda arqueándose lánguidamente, marcaba aun más la curvatura de sus firmes, redondos glúteos, dándoles así a los excitados varones, la fugaz ilusión de poseer ese cuerpo de ensueño. Su curvacea figura continuaba girando, alrededor de un tubo plantado en el escenario, haciendo que su cabellera cubriera parcialmente su rostro y corriera por encima de sus opulentos senos, apenas sostenidos por el brassiere de encaje negro. Sus caderas ondulantes actuaban como imanes que tenían irremisiblemente atrapados los ojos varoniles. Súbitamente, quedó de pie frente uno de ellos que la observaba con la boca abierta y lentamente fue poniéndose en cuclillas frente a él, mientras que con la mano derecha se sostiene por encima de la cabeza del brillante tubo dorado detrás de ella. En tanto, detrás de ella, otro individuo, hipnotizado también, observaba como el cuerpo de ella descendiendo, le ofrece la visión de sus apetitosas nalgas casi abrazando el frío metal que se desliza entre ellas. El coro de voces desciende acompañando su movimiento.
Y queda así, frente a ellos, sentada sobre sus talones calzados en negros zapatos altísimos de plataforma, con esos hermosos e invitantes muslos separados, mostrando la entrepierna, primorosamente cuidada, de piel tersa, minuciosamente rasurada. La diminuta tanga semitransparente revela una pequeña mata de vello oscuro que invita a fantasear. Su mano izquierda, estratégicamente se desliza desde la rodilla, arrastrando suavemente las largas uñas de rojo intenso sobre su piel seguido de las miradas de ellos, acariciando ese terso muslo, acercándose más hacia el pubis, que cubre maliciosamente por un instante, torturando a sus espectadores. Usando sus finos dedos extendidos, frota la vulva suavemente a través de la tela, mientras muerde su labio inferior, cerrando los ojos y girando la cabeza hacia un lado, como un gesto de inocente pudor. Su otra mano, baja hasta la otra pierna y recorre la parte externa de su muslo para llegar a esa apetitosa nalga, que acaricia y aprieta en forma invitante. Sigue descendiendo y aparece cubriendo su raja que es ocupada por ese envidiado filamento de un hilo dental.
Así, con una mano delante y otras detrás, la de arriba se adentra desde su plano abdomen por detrás del triangulo de tela acariciando su sexo suavemente en círculos, mientras que la otra le hace el encuentro desde abajo. Ambas manos se prestan a una traviesa pero suave exploración que culmina en la apertura de los labios menores con los dedos de una mano, mientras que el dedo medio de la mano que ocupa su raja se entierra lentamente en su vagina, todo esto observado sedientamente por los varones a través de la telilla de su tanga.
Uhhhhhhmmmmm- gime ella suavemente, con los ojos cerrados. La música alcanza un clímax en el que las voces masculinas y femeninas se unen...
Súbitamente se pone de pie al cambio de la música y se aleja hacia la pared de espejos, moviendo las caderas en forma enloquecedoramente lenta.
Dando la espalda a todos, pega su rostro el espejo y quiebra la cintura proyectando ese hermoso culo hacia el público aullante. Hace suaves círculos con el trasero y voltea. Pegando los tersos glúteos contra el frío espejo, proyecta sus pechos hacia adelante y desciende un tirante del brassiere, luego otro, acompañándose, de suaves movimientos de su cintura. Lleva las manos hacia atrás y la prenda salta hacia adelante, quedando sostenida sólo por las copas por el firme volumen de sus senos. Camina hacia el centro, desesperando a los espectadores que rogaban que la prenda cayera al suelo. Ella sabe lo que hace y mientras mece suavemente las caderas al andar, sus dedos sutilmente empezaron a bajar la pieza inferior alrededor de sus caderas. Así, cuando llegó al centro del escenario nuevamente, la diminuta prenda se mantenía obstinadamente a la mitad de sus firmes y apetecibles muslos.
Se detiene, gira ondulando las caderas. El limitado movimiento de sus piernas debido a la braga hacen que intencionalmente resalte su hermoso trasero e inesperadamente termina arrodillada en el piso, frente a un embelesado Fernando. Extiende sus manos hacia él, como queriendo atraerlo hacia ella, y acaricia el rostro expectante, dibujando la firme pero tensa quijada... lentamente se echa hacia atrás sentándose lentamente, proyectando los pechos redondos hacia arriba. Junta los brazos, presionando los pechos entre ellos, lo que libera la prenda dejando las aureolas oscuras completamente a la vista. Se ofrece nuevamente hacia adelante, colocando una pierna a cada lado de él. El brassiere desciende por el terso abdomen de ella, y termina en su regazo, ella lo toma por la nuca y el hombro y se acerca a él, bañando su oído con cálido aliento. Se despega, lo mira nuevamente y acerca el rostro masculino a su pecho cálido, restregándolo suavemente entre sus generosos senos. Se echa hacia atrás nuevamente y cruzando una pierna por encima de la cabeza del espectador, queda a gatas dejando su espectacular trasero a tan sólo centímetros de su rostro. Baja su torso desnudo lentamente hasta tocar el iluminado piso con sus pezones primero, sus suculentos pechos, que se aplastan debajo de ella y finalmente su bello rostro, y así, presentando formidablemente esa hermosa raja, lentamente termina de hacer descender la minúscula tanga con sus manos por sus muslos tersos, descubriendo la tan ansiada vulva rosada. El observador, fascinado, no puede reprimir el contener por unos segundos su respiración al observar tan bella visión. Esas nalgas perfectas, redondas, ligeramente bronceadas, se encontraban en una enloquecedora raja que dada la generosidad de los glúteos, lucia misteriosamente profunda, insinuando muy sutilmente la apertura anal. Los delicados labios se empiezan a insinuar por debajo. El siente la boca seca, y desea saciarse con los jugos que gustosamente arrancaría de esa flor que está frente a el.
Ella sabiendo bien el efecto que causa en los hombres, lleva una mano hacia atrás y desliza el dedo medio en forma descendente por esa raja. La otra mano acompaña pronto en la sensual labor y en lentísima maniobra separa sus divinos glúteos para presentarle a el la visión entera. El anillo de carne, arrugadito, apretado, rosado e invitante, la vulva delicada, pequeña de labios menudos, tirantes por su pequeñez, la matita de vello que se pierde entre las piernas. El clítoris, tímidamente insinuándose por debajo del capullo de piel.
Manteniendo el trasero en el aire, sus manos terminan de retirar la braga de sus piernas y sin mirar arroja la pieza hacia la pared de espejos, con precisión, revelando las muchísimas veces que había hecho lo mismo. Así, completamente desnuda, se eleva apoyándose sobre sus manos y rodillas y se dirige gateando al otro extremo donde más clientes, con ojos suplicantes la esperaban. Su gatear felino, torturante, deja al tipo paralizado, mientras deposita mas billetes sobre el escenario. En esta oportunidad él fue el afortunado, el escogido...
Desde su posición miraba como ella se insinuaba a los otros individuos, meneando su cuerpo tentadoramente al ritmo suave de la música. Finalmente, la música va extinguiéndose y ella se levanta lentamente y gira, dando una ultima visión coreografiada de su exuberante cuerpo. Así, desnuda se acerca a cada cliente y se hinca ante él sin cubrirse, para recoger los billetes dejados por ellos y agradecer con una suave sonrisa. Algunos le devuelven la sonrisa, casi todos solo miran su vulva expuesta, pero solo uno, Fernando, le alcanza unos billetes mirándola a los ojos.
Eres cautivante - le dice, sin mirar mas que sus ojos.
Gracias... de verdad - dice ella agradecida por mirarla en ese instante como algo más que un trozo de carne.
Gracias a ti - responde él, rozándole levemente la mano, al darle el dinero. - fue realmente bello verte bailar así...
De veras? - pregunta ella con una sonrisa
De veras... - mientras se oían los aullidos de los otros clientes, mostrándose evidentemente atraídos a la bella bailarina.
Gracias nuevamente -dice ella mientras se incorpora para seguir recogiendo el dinero ganado.
La ve alejándose, y recogiendo los demás billetes del suelo, sonriendo a los otros y dirigiéndose hacia el fondo a recoger sus breves ropas, ella voltea y le dedica una sonrisa antes de bajar del escenario.
El se levanta de la silla y se dirige a lugar que ocupaba antes, no tan cerca al escenario. De lejos la observa de pie al lado de la estación del discjockey, poniéndose de nuevo las prendas.
Una vez lista, la ve aproximarse a los ruidosos hombres que aullaban de admiración, mientras le enviaba a Fernando fugaces miradas.
La rutina de verlas ofreciéndose para lograr un baile privado con un cliente nunca le había parecido tan duro ni penoso como ahora. Obviamente los pedidos de los escandalosos muchachos no iban de acuerdo a lo que ella acostumbraba, o tal vez ellos le pedían que bajara el precio ridículamente.
Ella emprendió el camino hacia él, sonriendo...
Hola!-mientras sentía una mano acariciando su hombro - Soy Ericka, como te llamas?
El volteó a contestar el saludo y observó luego como Gacela, tan pronto lo vio, siendo abordado por otra, giro sobre sus talones y se dirigió a otro cliente sentado por allí.
Fernando - contestó él, sonriendo forzadamente, tratando de no mostrar que su atención estaba totalmente fija en la muchacha de cabello negro...
Mucho gusto de conocerte, Fernando - coquetamente, luego se acerca a su oído - dime, te gustaría divertirte un rato conmigo?
El seguía observando a Gacela hablando con el otro hombre. Lo ve ponerse de pie y ella lo toma de la mano, saliendo del ambiente, mientras Fernando los seguía con la mirada.
La verdad es que recién llegué, - contesta él, ocultando cierta molestia - tal vez más tarde, OK?
Más tarde entonces... - sonríe la intrusa involuntaria - que la pases bien, eh?
Gracias - contesta el mientras ve a la pareja descendiendo las escaleras.
El continuó observando el espectáculo. Tenía que reconocer que la belleza de muchachas aquí superaba lo que había visto en otros clubes. Se veían, educadas, pulcras, y casi todas podían ser confundidas con modelos profesionales.
Durante los minutos siguientes, mientras trataba de calmar su sed con la bebida helada, fue abordado repetidas veces por un sinnúmero de muchachas a quienes rechazó amablemente. Pero como todo no puede ser color de rosa, en un momento él tuvo que pasar un mal rato también...
Quieres que te de un baile privado? - preguntó una despampanante rubia sentándose de improviso sobre sus piernas. El pudo claramente notar la falta de experiencia de la recién llegada.
Muchas gracias... pero no. Tal vez mas tarde... - contestó el gracilmente.
Que pasa? Acaso eres gay? - respondió ella en tono insolente.
Fernando, lejos de sentirse insultado por la chiquilla, calmadamente sonrió y le hizo un gesto de que se acercara para hablarle.
No... no es así - hablando calmadamente.
Entonces? No te gustan las mujeres acaso?
Si... me gustan y muchísimo, pero lamentablemente tu no eres mi tipo.- dijo mirándola a los ojos
Idiota!!! - contestó ella poniéndose de pie y dando la media vuelta, visiblemente fastidiada.
Para servirte, chiquilla - contestó el conteniendo una carcajada.
Siguió deleitándose la vista con las espectaculares mujeres que desfilaban a su alrededor. Luego de observar a varias muchachas danzando sobre el escenario, pudo distinguir a una morena espectacular ejecutando una acrobática rutina en uno de los tubos situados en el centro del escenario. El publico rompió en aplausos cuando suspendida cabeza abajo, sujeta tan solo con sus piernas del metal, se quitó el brassiere agitando los senos
Hola! Escucho por encima del hombro, lo que le hizo retirar la vista del escenario...
Era ella, había regresado seguramente después de haber dejado a su cliente babeando de excitación.
Hola, como estás? - preguntó el gentilmente, mientras se sentaba en la silla de al lado para invitarla a que se sentara. Ella lo hizo, y haciendo un leve mohín de satisfacción...
Ohhh, que tibia está esta silla - mientras cruzaba la piernas y los brazos.
Me imagine que te gustaría - contesto el juguetonamente.
Ella sonrió celebrando su ágil respuesta, sin caer en la vulgaridad o grosería tratando de impresionarla.
Por eso regresé. - dijo ella - aunque también imaginé que estarías... "ocupado".
No, la verdad es que estuve sentado aquí desde tu número.
No..de verdad?
Pero pensé...
No, no me interesaba ir con esa muchacha. - contesto el mirándola a los ojos - me agrada mas conocer a la persona que tengo delante mío, y después...tal vez..
Entiendo -aseveró ella. Algo intrigada por el hecho de que él tan sólo mantenía sus ojos en el rostro de ella, sin dejarse llevar por la opulencia atrayente de sus curvas.
Normalmente ella estaba habituada a sentir como los hombres que visitaban el club simplemente lamían toda su piel con los ojos, y alguna que otra vez, alguno se habría atrevido a manosear sus glúteos sin permiso. Gajes del oficio, que endurecen el espíritu de estas féminas.
Cómo te llamas? - pregunta ella sonriendo francamente. No una sonrisa de compromiso, sino que realmente estaba empezando a disfrutar de esta conversación..
Fernando... - estudiando las hermosas facciones de ella - y tú? -Levantando las cejas.
Me llamo Gace...Maribel - tartamudeó - Que estúpida!! - pensó, - Por que le di mi nombre? - dijo ella con resignación, extendiéndole la mano, casi formalizando la presentación.
Mucho gusto, Maribel - recibiendo la mano de ella, que cogió gentil pero firmemente. - Preferirías que te siga llamando Gacela ?
N-no...Maribel está bien, al menos cuando no hay otros cerca.
Con gusto - contestó él dándole seguridad.
No has estado antes por aquí, no es así?
No, es la primera vez que vengo... y me alegro de haberlo hecho...
Ella entendió y pese a estar habituada a charlar con muchos varones no pudo evitar sonrojarse levemente ante la franqueza y seguridad de Fernando. había algo en él que la intrigaba...su seguridad,...su cortesía,...su educación...no sabía, pero por algún motivo la hacia sentir que en ese momento ella no era la bailarina exótica del club tratando de conseguir otro cliente.
Los minutos sucedieron rápidamente, y sin darse cuenta ambos ya sabían algo de la vida del otro. El era un ingeniero electrónico, graduado en EE.UU., hijo de familia adinerada, que en ese momento trabajaba para una compañía transnacional en Lima. Tenia 30 años de edad, gustaba de los deportes de aventuras y viajar a lugares exóticos. Ella, tenía 26, sin hijos. Había empezado a estudiar carrera de Administración de empresas, pero debido a una bancarrota en la familia, tuvo que abandonarla y entró a trabajar en el club como mesera para ayudarse con los gastos. Eventualmente al ver que los gastos crecían y que las bailarinas del club recibían sendas propinas por bailar privadamente, se animó a probar el escenario durante una audición y fue escogida. Al inicio, según ella le contó, no tenia la menor idea de como moverse en el escenario, hasta que a una colega se le ocurrió que saliera con un minúsculo antifaz a bailar. El truco resultó, con lo que logró en poco tiempo dejar al público boquiabierto con su natural sensualidad.
Desde entonces había ido ahorrando dinero para reanudar su carrera pero no era suficiente, además, aparentemente, la motivación por un mejor futuro había desaparecido.
No sabia por que, pero esta era la primera vez que ella no tenia que ser el paño de lagrimas de otro. Todo lo contrario. El seguía con suma atención cada minúsculo detalle de su conversación, como el club les quitaba prácticamente la mitad de lo que ganaban tan arduamente, como restringían los días de trabajo, etc. Pero aún así el no podía dejar de admirar la tenacidad de ella para seguir trabajando y seguir tratando a los clientes con tanta cortesía...
Ufffff! - dijo ella en un largo suspiro - ya te deben estar doliendo los oídos de tanto escucharme, no?
El sonrió - No te preocupes, me encanta oírte hablar.
Oh! Es la primera vez que alguien me oye a mi en este lugar...
Una mano se poso sobre el hombro de ella, haciéndola elevar la mirada en forma refleja...
Gacela...te toca ir al escenario, por lo menos... - le dice uno de los supervisores que revoloteaban por el club vigilando a las muchachas.
Fernando pudo percibir claramente la mirada inquisitoria del hombre. Aunque no mediaron más palabras, nítidamente entendió el reproche por sentarse a charlar sin hacer dinero para el club.
Empezaba ella a levantarse.
Fernando la toma de la mano y poniéndose de pie...
No me ibas a dar un baile privado...Gacela?
Ella lo miró a los ojos, sorprendida. En ningún momento le había insinuado que bailara con ella. Sin realmente estar pensando, solo asintió con la cabeza, por lo que el supervisor se empezó a alejar de ellos.
Gracias...-le susurró ella, mientras se dejaba guiar de su fuerte brazo.
No te preocupes - dijo el - por que no me llevas a tu lugar favorito, eh?
Inmediatamente le vino a la mente la imagen de esos pequeños cuartitos donde los clientes apenas pueden disfrutar del contacto con el cuerpo de las bailarinas, en consecuencia mayor protección para ellas. Usualmente la tarifa más baja significaba usar esos minúsculos cubículos.
No...prefiero llevarte a donde se te va a agradar mas a ti...
Y cambiando de dirección, lo hizo dirigirse escaleras abajo. Al llegar al final de la escalera observaron un pequeño escenario donde una muchacha se contorsionaba bajo las luces. Lo llevó hasta el final del ambiente donde se vislumbraba otra entrada donde se podían observar unos pequeños cuartos con camas, aislados del pasillo por cortinas.
Caramba! No conocía esta área - exclamo él
Muy pocas lo usan - le explico ella - usualmente solo los platudos los usan...
Pero...
Shhhh...ven - atrayéndolo a uno de ellos.
El la siguió dócilmente.
Arriba, usualmente cobro 40 dólares, 60 por desnudarme totalmente y 80 por permitir que me toquen. - Le empieza a decir ella - Aquí en estos ambientes, el precio aumenta en 40 dólares.
El la mira algo confuso...
Pero tu has sido un caballero conmigo - le dice ella de pie apoyada contra el marco de la pequeño umbral, mientras el la observa sentado en el lecho cubierto de terciopelo rojo. - Solo tendrás que pagarme el mínimo por sesión durante la canción que toquen, para cubrir lo que el club requiere, OK?
El la ve hermosamente apoyada con sus manos en la espalda. La posición de daba una bella curvatura a su columna que acentuaba sus hermosas curvas. Cómo podía alguien no ser caballeroso con tan hermosa criatura?
Esta bien - dice él.
La canción empezaba y ella apoya una rodilla en la cama. Empuja suavemente su pecho, haciéndolo reclinarse..
Recuéstate,...ponte cómodo.
Como una rutina de seguridad, las bailarinas estaban habituadas a recibir el dinero por adelantado antes de iniciar cualquier baile. Sin embargo, por primera vez, a ella no le preocupó eso. Ya hablarían después. Cuánto después? No lo sabia, solo después...
El se recostó, acomodando una pequeña almohada bajo la nuca y se dedicó ahora a deleitarse con esa visión que era ella.
La vio cubrirlo con su cuerpo sin depositar su peso sobre él, pero sí lo suficiente como para acercase y rozar su mejilla con la suya. Le da suavemente un beso en la mejilla y se retira. El la sigue con la mirada...
Maribel se pone de rodillas a horcajadas sobre las piernas de él y lleva las manos a la espalda, procediendo a desabrochar el brassiere. La prenda se mantiene suspendida de esos hermosos globos. Se inclina suavemente y le susurra:
Me lo sacas, ....Fernando? - sonriéndole dulcemente.
El devuelve la sonrisa, y levanta las manos, que ella toma y deposita sobre sus hermosos pechos y le hace retirar la prenda. Los bellos senos pendulan levemente ante su rostro visiblemente emocionado. El hace el ademán de bajar las manos nuevamente, pero ella las toma y lo hace acariciar suavemente sus pechos.
Estas segura? -pregunto él
Si, lo estoy. - susurra ella
Eres tan hermosa, Maribel...
El mágico toque de él estaba surtiendo un extraño efecto en ella. Usualmente habituada al tosco magreo de individuos que sentían pleno derecho a manosearlas descaradamente, esta vez se sintió cautivada por la suavidad de sus manos, ella se sentía tratada como delicado cristal.
Anda, no tengas miedo - sonríe ella - no me voy a romper...
Es que no quiero hacerte sentir incómoda... - responde él, no con timidez, sino mas bien por consideración a ella.
Está bien...realmente - dice ella desabotonando su camisa - ...estoy disfrutando de como me tocas...
El sonríe y deja deslizar sus manos sobre el cuerpo de ella. Primero sus dedos se dirigen a su rostro terso, calmado. Marca luego el delgado cuello que se estremece levemente a su roce.
Los hombros de ella son dibujados suavemente por los dedos de el que parecen flotar. Ella cierra los ojos y exhala un suspiro de agrado. La tersa piel ella luce aún más bella bajo la tenue luz que los envuelve.
A la vez el puede percibir lentamente como las caderas de ella se han empezado a mecer lentamente mientras han alcanzado su pubis. El teme por un instante que ella se retire al sentir la creciente erección bajo su pantalón. Pero ella, lo mira, sonríe y asiente con aprobación.
Las manos de él se deslizan por los costados del lindo torso, como contando las costillas que apenas se ven, dibujando los lados de sus senos generosos, que en estos momentos se han vuelto mas sensibles. Sus dedos, delicadamente se deslizan tocando el vientre de ella, hasta llegar al elástico de la braga negra. Sus índices, se mueven hacia los lados, siguiendo los filamentos. Ella se echa plenamente sobre él mientras mantiene el suave movimiento circular sobre el palpitante bulto masculino.
Fernando cierra los ojos por un instante para disfrutar del firme pero a la vez terso tacto del trasero de Maribel. Ella suspira y suavemente mueve sus pechos sobre el pecho de Maribel, ahora descubierto.
Normalmente, ella no permitiría que este tipo de contacto con un cliente la excite. Al fin y al cabo, esto era simplemente un trabajo. Pero en esta oportunidad se estaba dejando llevar y se permitió disfrutar del hábil tacto de Fernando. Podía claramente percibir su curvilíneo cuerpo estremecido sobre él, y la forma como sus pezones respondían a las caricias poniéndose mas turgentes a cada segundo.
El movimiento ondulante de las caderas de ella sobre él, a la vez de brindarles agradables sensaciones a Fernando, también le empezaba a producir un delicioso cosquilleo en la vulva.
Tal vez sea prudente detenerme... - pensó ella.
Pero sintió el suave masaje de sus glúteos con una mano, mientras que la otra recorría su espina, sin prisa alguna.
Dios! Realmente estoy disfrutando de esto - siguió ella pensando - ...tal vez yo le debería pagar a el por lo bien que lo hace ...
Fernando, a estas alturas se sentía emborrachado con el suave olor de la piel femenina, besando el cuello terso, con lentitud, mordiendo suavemente...
El había tenido a muchas bailarinas con él antes, pero nunca una como ella, que se conectaba tan bien con él, disfrutando, dejándose llevar.
Tomándola por los costados, elevó el torso de ella sobre su rostro y dejo que uno de los endurecidos pezones se deslizara dentro de su boca. Su lengua, empezó a hacer pequeños círculos, bordeándolo...luego el otro...
Que dulce! Me quiere hacer disfrutar - inconscientemente comparándolo con aquellas bestias que simplemente parecían querer arrancarle los pezones con la boca, o estrujar su cuerpo como si fuera una muñeca de trapo. Pero no esta vez, no...no con él. Esto era diferente...
Mmmmmm...- dejó escapar ella.
Sus hermosas caderas estrecharon aun mas el contacto contra el pene encerrado. Ya no le importaba mucho a ella limitar el contacto, la fricción, como solía hacerlo siempre. Ella también deseaba disfrutar.
E-espera...- dijo ella casi gimiendo, al sentir los dedos de el deslizándose entre sus generosas nalgas, pero cuidando de no tocar el sexo de ella que a estas alturas se hallaba muy húmedo.
??? - él la miraba intrigado mientras ella se separaba de él, pensando que habría hecho algo que le habría disgustado.
Ella se arrodilló en el lecho a la izquierda de él, giró dándole la espalda y lentamente se echó boca abajo, sin quitarle la mirada a él.
Desde donde estaba él, podía observarla, con la cabeza en dirección a sus pies. Por unos segundos ella pareció quedarse quieta, como pensando, mientras lo miraba a los ojos. Luego sonrió y elevando ese redondo trasero, dándole un espectacular visión, procedió a deslizar la pequeña tanga a lo largo de sus apetitosos muslos bronceados.
Fernando como el pulso le golpeaba fuertemente las sienes, sabiendo que ella no necesitaba hacer eso, desnudarse totalmente. Había algo más. Esto no era simplemente un baile por el cual se pagaba dinero. Era más que eso...
Viendo como la pequeña prenda había quedado a la altura de las rodillas de ella, que se había quedado quieta, mirándolo, él procedió a deslizarla por sus tobillos, sorteando por los altos zapatos negros. La mirada de él brillaba, y acariciando sus pies, se atrevió a liberar sus pequeños pies del calzado. Los ojos de ella, mostraban calma ante la inesperada maniobra, especialmente cuando sus fuertes manos procedieron a masajear sabiamente los pies desnudos de ella. Maribel cerró los ojos...
Ohhh - suspiró ella, sensible a todo lo que él hacía - realmente sabes usar esas manos...
El sonrió, confiado, pero la sonrisa se borró momentáneamente del rostro de él, al ver que ella pasaba una pierna sobre su cabeza, quedando montaba sobre su cuerpo, dándole una alucinante visión de su delicada vulva mojada y esos glúteos que invitaban a acariciarlos, morderlos. Fernando sintió su mástil, atrapado entre los generosos pechos de Maribel, que sobre la tela empezó a cubrirlo lentamente de besos. Ella, deteniéndose, puso sus labios entreabiertos sobre el bulto furiosamente atrapado bajo el pantalón y sopló, haciendo que una cálida oleada de aire caliente se filtrara a través de la tela, bañando el pene que pugnaba por salir de su encierro.
Uhmmmmmmm! -estremecido.
Maribel, sonriendo satisfecha por la reacción, dejó llevar las manos acariciando, la parte interior de los muslos de él, sintiendo el calor de su piel bajo el pantalón.
Esto era un constante intercambio de estímulos, como pequeños regalos que mutuamente se daban, procurándose el limitado placer que se podrían brindar en un lugar como ese.
Si no estuviéramos aquí...- Se encontró pensando ella
Que sería si ella y yo.... - cruzó por la mente de él.
Ambos, por alguna extraña razón detuvieron sus caricias, por tan solo un mero instante, sintiendo claramente los movimientos de la respiración del otro. Solo un instante, que fue interrumpido en el momento en que él movió su mano derecha atrapando el glúteo al lado opuesto, rozando con el antebrazo los labios vaginales de ella, que se sobresalto visiblemente.
Ohh! - no hubo intención de alejarse de parte de ella.
El continuó masajeando el glúteo, haciendo que la piel de su brazo siguiera frotando la sensible vulva. Ella arqueó la espalda, cerrando los ojos...
Hace tanto ....- pensaba, mientras sentía ese jugueteo de él.
Ella le había advertido que no podría meter ninguna parte suya dentro de ella, pero esto, esto no era jugar limpio. O lo era? Al fin y al cabo no estaba más que rozando "casualmente" sus zonas íntimas, como cuando ella se sentó sobre su paquete.
Decidió no detenerlo, presintiendo que no intentaría meter sus dedos en ella, dejándose llevar por el goce que el rítmico roce le procuraba.
Mmmmm - tratando de acallar un gemido.
Ante las sensaciones descendió nuevamente la cabeza sobre el pubis de él. Se quedó viendo al coloso masculino hinchando notablemente el pantalón y poniendo la cabeza de lado, le dio un suave mordisco al grueso tronco que se insinuaba descaradamente.
Ohhhhhhhh! - casi bramó él sorprendido.
Las caderas de ella ahora se movían suavemente, buscando el roce de su congestionado clítoris con la piel de él. Las sensaciones quemantes en el vientre de ella crecían a cada segundo.
Oh, Dios! Hace tanto tiempo... - se oyó ella misma diciéndose muy quedamente.
El rítmico movimiento de ambos continuó, bañando el antebrazo de él con los fluidos de ella. Era imposible para ella detener lo inminente, y tampoco hubiera querido aún si hubiese podido. Ese roce, la forma en que también estrujaba hábilmente sus nalgas estremecidas. La otra mano, alocándola al juguetear con su pecho, atrapando ese pezón entre los dedos traviesos.
MMmmmmmmhhmmmmm.....- tratando de silenciar el largo gemido, enterrando su rostro en la entrepierna de él - Diossssssss
Se agarró con fuerza a los muslos de él, tratando de disimular el orgasmo, pero sintiendo los músculos varoniles, tensándose bajo sus manos, el calor, el olor de su sexo inhiesto, no hicieron mas que precipitar un segundo orgasmo seguidamente....
Ohhhhhhhh! -exhalando ella profundamente.
Estás bien, Maribel? - preguntó el adivinando lo que acababa de ocurrir. Los espasmos en la vulva de ella no habían pasado desapercibidos para él. El sonrió, satisfecho del goce de ella.
S-si, estoy bien - tratando de disimular - no es nada...no te preocupes...
Fernando esbozó una sonrisa. El sabia perfectamente que las bailarinas no debían procurar orgasmos a sus clientes, o viceversa. Pero aquí no estaba ocurriendo algo parecido a lo usual para ambos.
Ella se levantó y apoyándose en sus manos, se recostó de espaldas sobre él, tratando de no manchar el pantalón de él con sus fluidos delatadores. Su espalda desnuda sintió en contacto del fuerte pecho de él, los glúteos desnudos se posaron sobre el pubis masculino, atrapando el cilindro encerrado entre sus firmes cachetes.
Maribel buscó sus manos y las posó sobre sus agitados senos. Comenzando un suave movimiento de vaivén que empezó a producir intensas sensaciones en el sexo masculino.
Ella sentía claramente el intenso endurecimiento de su tronco, y por un momento deseo tenerlo dentro.
Tan solo si...- pensó ella, para luego tratar de desechar la idea - no, no, este es mi trabajo.
Mmmmm - gemía Fernando al sentir como su durísimo pene era fuertemente estimulado por la intensa fricción de los glúteos de ella.
Ohhhh, ohhhh - Dejo escapar él, al sentir las sensaciones acumulándose bajo el danzante culo.
El rostro de ella se encontraba al lado del suyo, mejilla con mejilla, meciéndose suavemente. El creciente ritmo de la respiración de Fernando causaba en ella un efecto intoxicante, quería más, quería darle lo que el le había dado momentos antes.
La mano derecha de Fernando, abandonó el seno de ella para tomar la mano femenina y guiarla hacia abajo. Ella se dejó llevar. Maribel sintió la abundante humedad de su vulva, como innegable muestra del goce. Los dedos de él empezaron a imprimir un movimiento rítmico a los dedos de ella, indicándole que frotara su vulva, su clítoris. A estas alturas cualquier titubeo estaba fuera de lugar y ella se vio a si misma masturbándose sobre su cuerpo.
Sigue así, dulce Maribel - le susurró el al oído.
Nunca la habían llamado por su nombre en este lugar, y menos aún nadie le había hecho sentir el placer que estaba sintiendo. Sus dedos se movían con los de él. Ella deseó íntimamente que los dedos de Fernando se enterraran en la caliente cueva.
Las sensaciones para ambos estaban llevándolos a una inevitable erupción de placer. El rostro de ella, con la boca entreabierta, al lado del rostro de él, los labios tan cerca, deseando tocarse, pero sin hacerlo. Las fuertes respiraciones mezcladas. No había nada más, no estaban aquí, en el club, sino en algún otro lugar remoto, desierto, paradisíaco.
Ohhhh! Ah..ah...ah...ah...ah - casi al unísono.
Hazlo conmigo, Maribel! - gimió él.
Mmmmmmmmmmmm,Ohhhhhhhhh - dejo escapar ella, no pudiendo contener el orgasmo
Ahhhhh, Diossssss - le acompañó el, sintiendo sobre su cuerpo los espasmos que recorrían el cuerpo de ella.
Y en un formidable instante ambos cuerpos, buscaron un contacto mas intenso entre ellos. El la apretó contra sí, casi hercúleamente, casi cortando su respiración...
S-siiiii... - dejo escapar ella con satisfacción, al sentir los labios de el presionándose contra la mejilla de ella en un beso que transmitía mucho más, percibiendo las intensas contracciones orgásmicas recorriendo las caderas de Fernando.
Ambos quedaron inmóviles, tratando de recuperar el aliento. No hubo palabras, solo miradas. Los rostros tan cerca, tratando de adivinar lo que el otro pensaba. El se ladeó levemente, haciéndola echarse a su lado, rodeándola con sus fuertes brazos.
La última canción, ya terminó...- dijo ella
Lo sé...
Y simplemente la estrechó más hacia el. Ella se acurrucó en sus brazos, sintiéndose protegida por un instante. No le importaba haberle dado mucho más de lo que el le iba a pagar, y aun si no le hubiera pagado, no hubiera importado. El la había hecho sentir mujer, aun en este lugar, donde las mujeres no son más que objetos, mercadería que es comprada, usada y luego desechada.
Quedaron echados por varios minutos, algunas otras canciones tocaron mientras ellos yacían allí. el le acariciaba el rostro dulcemente, como si fuera un tesoro.
Me tengo que ir, Maribel - dijo el apesadumbrado - tengo mucho trabajo y esta semana viajaré a EE.UU. por una semana.
Entiendo - respondió ella, mientras lo veía arreglarse la ropa. Al fin y al cabo, esto había sido solo un momento de placer, un baile, el un cliente y nada más. Se reprochó a si misma por dejarse llevar por ideas tontas...
El la miraba cautivado, a lo que ella no podía sino sentirse algo ruborizada.
Me preguntaba...- dijo el, algo indeciso de continuar la pregunta.
Si? dime... - le animó ella.
Bueno, voy a regresar en un mes, aproximadamente - continuó el - y me gustaría mucho verte...invitarte a cenar o algo así, si es que tu quieres...
Es que no se supone que nosotras...-empezó a responder ella.
Si...se que no pueden salir con clientes - contestó el - política del club...
Si...no podemos.
Bueno - continuó él. - Yo no quiero seguir siendo cliente tuyo...
Ella abrió los ojos, mirándolo confusa.
El tomó las manos de ella que aún sostenían las prendas de ella y poniendo unos billetes doblados entre ellas, le dio un beso en la mejilla...
Quisiera conocer mejor a Maribel , no a Gacela...
Y dando la media vuelta, se marcho dejándola totalmente confundida. Luego de unos segundos, sacudió la cabeza tratando de ubicarse en el ambiente nuevamente y miro con detenimiento lo que el había puesto en sus manos. 400 soles! casi el doble de lo que le hubieran pagado por 4 canciones. Pero algo mas llamó su atención, entre los billetes había dejado una tarjeta, con su número de teléfono...
Salió de prisa del cuartito, vistiéndose como pudo mientras caminaba. Los zapatos colgaban de su mano, mientras ella trastabillaba, tratando de ponerse la ropa de baile.
Llegó al piso superior y escudriñó el ambiente tratando de localizarlo. No estaba, se había marchado...
Continuará...