LA PELICULA QUE VI COMO FORISTA DE PERUTOP PÙEDO ASEGURAR QUE ES LA MEJOR PELICULA EN CUANDO AL GENERO HISTORICO AUNQUE CON UNA FUERTE DOSIS DE ROMANTICISMO EN AMBOS BANDO DEL SUR Y NORTE , LOS DOS CREEN TENER LA RAZON , LLEVANDO AL CONFLICXTO DE CARACTER EPICO EL DIRECTOR TED TURNER HACE UNA BUENA DIRECCION DE LA PELICULA .DEJO LOS COMENTARIOS SOBRE ESTA PELICULA
fuente extraida de Gods and Generals / Dioses y Generales
Publicado por Guillermo en junio 10, 2008
Gods and Generals es una producción norteamericana de Ted Turner, que trata de los primeros años de la guerra de Secesión de ese país. Se ha constituido en uno de los más rotundos fracasos comerciales. Basada en una novela de Jeff Shaara de igual nombre, dirigida y adaptada por Ronald Maxwell.
Calificación: un celuloide
El conflicto entre el norte y el sur está a punto de comenzar. El general Lee recibe el ofrecimiento de Lincoln de comandar el ejército que reunifique el país, mas este decide permanecer fiel a lo que decida su estado natal, Virginia. Thomas Jackson, que era instructor en la academia militar de Virginia asume sus responsabilidades en el ejército de la confederación y comienza a preparar sus tropas.
Del otro lado es destacada la figura de un coronel, que por ahora es simplemente un ex profesor universitario. También aparecen otros personajes, a quiénes ineptos generales no prestan debida atención.
Los enfrenamientos militares comienzan y Stonewall Jackson -militar competente y religioso fanatizado- tiene su parte en ello. Lee hace de él su mano derecha y se suceden triunfos sudistas. En su momento de mayor gloria, Jackson muere bajo fuego amigo.
Y por suerte la película termina
Comentario
Cuando me leí por ahí que Ted Turner había perdido 58 millones y medio de dólares realizando esta película me dije, tengo que verla. Y por cierto, ha sido una experiencia inolvidable: es sin duda uno de los mamarrachos más destacables en la historia del cine.
Y que no se entienda mal, no hablamos de una película de baja calidad, realizada con pocos recursos y malos actores, tal y cómo la impresionante cifra indica que no es. Se trata de una película impecablemente filmada, y que cuenta con actores muy destacables, algunos de los cuáles logran momentos de auténtico interés. El problema está en el enlace de esos momentos.
El pecado original, es el libreto.
Si bien los discursos son un maravilloso recurso que puede muy bien ser intercalado aquí y allá, salvo que uno sea Homero, es muy difícil armar una obra que gira una y otra vez sobre los mismos. El discurso supone uno que habla y todos que escuchan, es la negación del diálogo. Siendo que desde el siglo XVI al menos las formas dramáticas giran en su mayoría en torno al mismo, la negación del diálogo genera un cierto clima especial, operístico, podríamos decir, haciendo referencia a la detención que el aria suponen en el drama musical.
Pero ahí dónde el aria está justificada por la propia naturaleza de la obra, en esta película tal justificación desaparece. Por un lado, se intenta una reconstrucción lo más fiel posible de los personajes y eventos de la Guerra de Secesión norteamericana. Tal búsqueda de una aproximación fiel, habría implicado también una reconstrucción naturalista o realista de los diálogos. En su lugar, la carga forzada, innecesaria, pomposa, y de mal gusto, de una miríada de discursos, monologantes o tal cómo si lo fuesen, estropea el efecto.
Convive una versión impostada, de una acartonada teatralidad, originada en el libreto, con una filmación en los exteriores en que -generalmente- ocurrieron los hechos. Las referencias conceptuales al enfrentamiento entre connacionales, a la salvaguarda de la (¿?) libertad y unidad nacional, a la piedad, a la fe religiosa, al amor por parejas e hijos, todo se hace un fárrago textual.
No se entienda mal: tal vez en otra película, estos textos habrían resultado absolutamente aceptables. Pero para ello era necesario alejarse del molde hollywodiano más. Optar por otros recursos en la narración visual, por ejemplo. Y esto me lleva al segundo pecado de la película.
Es tediosamente reiterativa.
En una película bien hecha, las cosas se dicen la cantidad de veces que es necesario que se digan. No más.
En Gods and Generals los mismos conceptos se dicen, luego se muestran, se vuelven a decir, se vuelven a mostrar. Como si el espectador fuese tonto, o como si el realizador no confiase en la claridad de su producción.
Esto nos lleva al tercer pecado, la errónea selección del material a la hora del montaje. El libreto podría ser malo, la reiteración se podría haber producido. Pero en la sala de montaje, podría haberse ahorrado mucho material -en total dura tres horas y media, y el Corte del Director, que no vi, aparentemente dura unas seis horas-. Pero se optó por dejar todo ahí. Este es tal vez el pecado definitivo, por el que la película se condena al círculo infernal de los fiascos absolutos, ese lugar incluso indignos para las películas de clase Z.
Y para llegar al cuarto pecado hemos de pasar por una de las escasas virtudes. La tarea de reconstrucción histórica es cuidadosa. Vestuarios, artefactos, técnicas militares son fieles hasta dónde he podido averiguar. Pero -en esta película siempre hay un pero- tal fidelidad implica necesariamente que toda no fidelidad se trata de un olvido voluntario, de una vociferante omisión.
Así el cuarto es el pecado de las omisiones. La primera, que la principal causa de mortalidad durante la guerra fueron las enfermedades en los campamentos, en los que las condiciones de salubridad eran deplorables. Nada de eso.
La segunda, la ligereza, la casi ausencia, con que es tratado el tema del esclavismo.
Que se entienda bien, la guerra no fue para liberar a los negros. Fue una guerra entre un modelo de capitalismo industrial (norte) y uno de capitalismo agrario (sur). Así las cosas, la liberación de los esclavos resultaba significativa como mano de obra que produciría una baja en el nivel de los salarios, aumentando así la plusvalía.
Pero incluso sin llegar a tales niveles de comprensión, se debía indicar cómo claramente la ideología norteña se auto justificaba en la unidad nacional y la necesidad de liberar los esclavos, y cómo la ideología sudista se auto justificaba en la libertad local y la aceptación de la esclavitud como una institución consagrada por Dios. En una película tan llena de discursos, estos temas son tocados apenas y muy lateralmente. Se presentan para ello varias disculpas, que fácilmente pueden hallarse en la red. A mí no me convencen.
¿Qué más queda decir?
Que la banda de sonido es tosca, previsible y de mal gusto.
Cómo dije, lo único que realmente se salva son actuaciones, entre las que deseo destacar la de Robert Duvall como el general Lee.
La película era precuela de Gettysburg y sería seguida por otra más para completar una trilogía sobre el conflicto. Tras estos resultados económicos y artísticos, todo quedó en un díptic