OskarJebs1740
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Excelente Relato! Lo mejor que he leido
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(Tercera parte)
Empecé a besarla nuevamente, así echados, mi mano empezaba a escarbar lentamente su hermosa hendidura buscando su excitación. Janet, sin reparo, cogió mi pene y lo llevaba de arriba a abajo, en un movimiento suave pero, presionándolo cada vez más. Sin mediar palabra, Janet se incorporó en el piso, casi de rodillas, mientras contemplaba mi pene frente a ella y seguía jugándo con él. De cuando en cuando levantaba los ojos y me dirigía una mirada arrecha y pícara, sin decir nada, se acercaba, como una aguila que quiere comer una serpiente. Con mi pene totalmente erecto, ella lo cogió en en su mano, acercó primero su lengua a la cabeza de mi pene, lo probo una, dos, tres veces, me miró nuevamente, yo estaba casi en shock, se metió de a poco mi pene a la boca y se lo volvió a sacar. Janet fue enguyendo cada vez mi pene. Instintivamente comencé apretándo su cabeza contra mi para que mi pene entrara cada vez más en su boca, vi que ella en ningún momento hizo nada para que parara, todo lo contrario, cada vez chupaba con más devoción, así que en unos pocos segundos la tenía casi toda metida en su boca, ella no paraba de soltar saliva que encharcaba mi pinga y mis huevos, retiré mi mano de su cabeza y ella enseguida se la sacó de la boca para coger aire, mi pene chorreaba y brillaba debido a su saliva, no pasaron ni cinco segundos y ya la volvía a tener en su boca. En un momento lo presionó con su boca y lo empezó a escupir, las palabras no pueden describir mis sentimientos, en mi cabeza las ideas estallaban, me sentía un poco mareado, quizá por las cervezas, Janet era una maestra, no sólo tenía un cuerpo hermoso y un rostro bello, sino parecía hecha fisiológicamente para el sexo, para su gozo y el de su hombre de turno.
Una cosa era haber visto sagas completas de porno en internet o en el viejo DVD en casa de mi tía durante mi adolescencia, pero, estar con una mujer, más aún del tipo de Janet, era simplemente indescriptible. Era como pasar de jugar fútbol de la canchita comunal de mi tierra a estar disputando un partido en la Champions League, me sentía el tipo más poderoso, lechero o simplemente un huevón que estuvo en el momento adecuado y el lugar correcto para que todo esto me estuviera sucediendo. Janet continuaba haciendo que mi pene entrara y saliera de su boca sin parar, metiéndosela hasta que su barbilla chocaba con mis huevos, entonces miré al espejo que tenía en su sala, y la veía a ella de espaldas en medio de mis piernas y como su cabeza no paraba de subir y bajar, sus caderas y su culo en esa posición formaban una curva hermosa, esa visión me acabó de volver loco, me di cuenta de que la tenía que parar o me vería forzado a ayacular en su boca y sin permiso. Le quite suavemente mi pene de su boca y su rostro estaba húmedo, sus ojos como llorosos, de su boca y su nariz salía saliva y líquido seminal y ella me miraba con una cara de cansancio y arrechura que jamás podré borrar de mi memoria. Janet se echó en la pequeña alfombra de la sala con la piernas abiertas a la espera que la penetre, casi con miedo y mucho respeto le pregunté, todo idiotizado, „¿te puedo chupar la concha?“, ella solo movió la cabeza y su mano lentamente me llevó a esa conchita húmeda y que nuevamente expulsaba un pequeño flujo de flluido. Sin quererlo Janet me haría probar el néctar más delicioso de una mujer, nunca antes había tenido la boca tan cerca de la vagina de una mujer, el olor a arrechura y excitación acompañada de la sensación de ser casi un primerizo, hizo que en un segundo tenga ensartado mis labios y mi lengua dentro de su vagina. Con mi lengua sólo trataba de ir más a fondo, como si más dentro de ella hubiera algo que me importase más que mi propia vida, fui conociendo, de primera mano, sus labios, su clítoris, y hasta el gusto de los distintos fluidos que emanaban. Janet me presionaba con sus piernas la cabeza, a veces me hacía doler un poco, pero el dolor no me importaba en ese momento. Me jalaba de los cabellos empujando mi cabeza hacia ella, mientras escuchaba sus gemidos, „sigue no pares“ reptía una y otra vez, sentía que sus piernas temblaban un poco, luego empezaban a temblar con más fuerza y escuchaba a Janet nuevamente gemir y ahogarse en su gémido, era delicioso!
Levanté levemente la cabeza y me fuí arrastrando hacia ella, quería poseerla así, estiré la mano para sacar otro condón, cuando escucho a Janet decir „si quieres puedes metérmela así nomás y acabar dentro, luego tomo la pastilla“, me lo dijo con la voz entrecortada, como si fuéramos complices de un juego prohibido. Luego pegó su boca a la mía y nos besamos en esa posición, mientras ella se echaba completamente en la alfombra y yo encima de ella. No me di cuenta cuando estuve dentro de ella, sólo recuerdo que mi pene estaba completamente duro y sentía la presión y el calor de esa conchita que antes había degustado hasta la saciedad. Yo estaba haciendo un gran esfuerzo para no acabar, sudaba y gemía junto a ella, mi sudor caía a sus pechos, ella me abrazaba con las piernas y repetía una y otra vez „ya, ya“ y gemia lentamente y ese gemido terminaba en un sonido agudo e inaudible. En esa posición nos miramos apenas unos segundos y sentía nuevamente como eyaculaba dentro de ella mientras Janet me miraba como anodadada y con la boca bien abierta. Terminé agotado, mi pene dentro de ella empezaba lentamente a perder el tamaño y sentía el palpitar de su vagina. Fueron muy pocas veces las veces que cachamos sin condón, ella no se cuidaba y tenía miedo de poder salir embarazda, yo por mi parte no tenía nada que ofrecerle, más que mi gratitud y un cariño inmenso de amigos o amantes.
Nos reincoporamos y nos vestimos, creo que bebí un litro de agua del tirón, había terminado agotado, ella por su parte también estaba cansada, „mañana no me voy y poder ni levantar“ decía y nos reíamos. Acordamos que mientras nada cambie entre nosotros, debía recordar que ella estaba alejada, pero no separada, del papá de su hijo, así que mientras menos supieran de lo nuestro, mejor para ella. Acepté la propuesta sin chistar, ya sabía lo que Lima podría ofrecerme y estaba dispuesto a buscar más.
Janet estuvo como inquilina, parte de mi vida y mis historias un par de años más. Siempre nos respetamos mutuamente, nuestros encuentros eran casuales, sin ataduras ni exigencias, a veces una o dos veces por semana, a veces luego de varios meses. Fue la única que me recibió con mucha alegría y los ojos llorosos cuando volví a casa luego de haber estado un año en el extranjero, pueden encontrar la historia aquí. Aún ahora y tan distanciados, a veces conversamos por el facebook, „cuando vengas a Perú, puedes venir a mi casa y ayudarme, tengo un problema con mi computadora“, me dice, y nos cagamos de risa juntos. Más adelante escribiré un par de histroias más con ella, que la recuerdo con cariño.