Michael Corleone
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10 Years of Service
Era una madrugada cualquiera de un dia cualquier en ese sauna que se había convertido en mi segundo hogar, mi oficina quedaba a media cuadra y se me hacía una vida conducir hasta mi depa, pelearme con el tráfico y los choferes de que ahora votarán por Keiko o el enfermo de López Aliaga. Así que prefería el cómodo sillón reclinable del sauna, unas cuantas toallas y dormir como un niño, previa ducha y sesion en cámara seca y de vapor.
Como iba en plan relax no tomaba servicio ni de kines ni de tantrico, además que ya me habia tirado a casi todo el staff en esos años de adicción al sexo desenfrenado.
A decir verdad, la pandemia me salvó de esa vorágine de putas, orgías, sexo anal y corridas en la boca de las kines en que se habían convertido mis fines de semana.
El local era decadente pero confiable, los sauneros nos conocíamos todos de vista, las kines igual y nunca había sido testigo de broncas o robos. A veces llegaban tipos ebrios (hasta un par de alcaldes) o los amigos orientales del dueño, pero todo estaba dentro de lo normal, incluso las pocas veces que vi colombianos o venecos todo estaba tranquilo.
Hasta que una madrugada entre sueños y la repetición enésima de Fox SPORT escuché voces en ruso que me despertaron, cuando abrí los ojos a punto de reclamar vi a 5 tipos que pasaban el metro ochenta, con caras de pocos amigos y llenos de tatuajes.
- La csm, perdí - pensé.
Ya no podía dormir, estaba seguro que esos tipos venian a matar a alguien o robar, algunos sauneros de los pocos que quedaban al despertar empezaron a ir a sus casilleros a vestirse y yo tambien estaba en las mismas.
Vi que los rusos se habian jalado a las cinco kines que estaban de turno y empezaban a tomar con ellas.
Me quedé por la curiosidad y porque se me hacía raro esa situación, al rato vi que a la "leona" una kine veneca deliciosa con el cabello rubio ensortijado la subían a los cuartos con camilla dónde se tiraba, pero ante mi sorpresa y las de las kines que no entendian nada, los cinco rusos subían con ella. Los toalleros quisieron evitarlo pero no les llegaban ni al pecho esos enanos de m.
La rubia estaba entre ebria y stone, parece que le dieron esa droga etérea que se hizo común entre las meretrices.
Lo peor (o mejor) estaba por empezar y aún quedaban muchas horas para el amanecer.
Como iba en plan relax no tomaba servicio ni de kines ni de tantrico, además que ya me habia tirado a casi todo el staff en esos años de adicción al sexo desenfrenado.
A decir verdad, la pandemia me salvó de esa vorágine de putas, orgías, sexo anal y corridas en la boca de las kines en que se habían convertido mis fines de semana.
El local era decadente pero confiable, los sauneros nos conocíamos todos de vista, las kines igual y nunca había sido testigo de broncas o robos. A veces llegaban tipos ebrios (hasta un par de alcaldes) o los amigos orientales del dueño, pero todo estaba dentro de lo normal, incluso las pocas veces que vi colombianos o venecos todo estaba tranquilo.
Hasta que una madrugada entre sueños y la repetición enésima de Fox SPORT escuché voces en ruso que me despertaron, cuando abrí los ojos a punto de reclamar vi a 5 tipos que pasaban el metro ochenta, con caras de pocos amigos y llenos de tatuajes.
- La csm, perdí - pensé.
Ya no podía dormir, estaba seguro que esos tipos venian a matar a alguien o robar, algunos sauneros de los pocos que quedaban al despertar empezaron a ir a sus casilleros a vestirse y yo tambien estaba en las mismas.
Vi que los rusos se habian jalado a las cinco kines que estaban de turno y empezaban a tomar con ellas.
Me quedé por la curiosidad y porque se me hacía raro esa situación, al rato vi que a la "leona" una kine veneca deliciosa con el cabello rubio ensortijado la subían a los cuartos con camilla dónde se tiraba, pero ante mi sorpresa y las de las kines que no entendian nada, los cinco rusos subían con ella. Los toalleros quisieron evitarlo pero no les llegaban ni al pecho esos enanos de m.
La rubia estaba entre ebria y stone, parece que le dieron esa droga etérea que se hizo común entre las meretrices.
Lo peor (o mejor) estaba por empezar y aún quedaban muchas horas para el amanecer.