Estefany35
Soldado
Desde que empezó la ola migratoria de venezolanos, que tengo ganas de cachar con un Veneco. Disculpen que use ése término, pero me resulta excitante, cómo decir Chamo también.
Obviamente que oportunidades no me faltaron, más de una vez estuve a punto de caer en la tentación, pero a último momento me ganaba el temor y la desconfianza. No vamos a ser hipócritas y hacer como que los venezolanos no se han ganado cierta mala fama en nuestro país. En las noticias siempre vemos que los marcas, extorsionadores, estafadores, sicarios, femicidas, son de esa nacionalidad, al menos en la mayoría de los casos. Por eso me parecía que no valía la pena el riesgo. Hasta hace poco...
Cómo siempre, estaba haciendo las compras por mi distrito, Magdalena, cuándo veo a éste Chamo ordenando algunas cosas en la ferretería de don Omar, en el Boulevard.
Siempre compro ahí lo que sea que necesite de electricidad o gasfiteria, pero nunca lo había visto. Encima tiene todo lo que me gusta en un hombre, talla, cuerpo, color, así que no creía que me hubiese pasado desapercibido.
Ese día entré al local con cualquier excusa, ni me acuerdo que compré, ya que mi única motivación era verlo de cerca y sacarle al dueño alguna información suya, para saber si se trataba de un trabajador eventual o fijo.
Sabía que don Omar, el dueño de la ferretería, era muy eticoso en cuánto a leyes y derechos, por lo que suponía que no lo tendría trabajando en negro, y si estaba en planilla, no se trataría de alguien totalmente anónimo.
Esa vez no pude averiguar mucho, ya que no quería quedar en evidencia, así que lo dejé para otro día. Desde entonces que trato de pasar frente a la ferretería cada vez que puedo, para asegurarme de que sigue trabajando. Por suerte así es, siempre lo veo acomodando herramientas o atendiendo a algún cliente.
No es lindo de cara, pero a mí, cuánto más lo veo, más me excita. Debe medir como 1.80, por lo que me saca más de una cabeza, de cuerpo trabajado, moreno, y porte de cachero que me hace alucinar con tenerlo en mi cama.
La oportunidad está, solo tengo que tomarla, vamos a ver qué pasa. Deseénme suerte...
Obviamente que oportunidades no me faltaron, más de una vez estuve a punto de caer en la tentación, pero a último momento me ganaba el temor y la desconfianza. No vamos a ser hipócritas y hacer como que los venezolanos no se han ganado cierta mala fama en nuestro país. En las noticias siempre vemos que los marcas, extorsionadores, estafadores, sicarios, femicidas, son de esa nacionalidad, al menos en la mayoría de los casos. Por eso me parecía que no valía la pena el riesgo. Hasta hace poco...
Cómo siempre, estaba haciendo las compras por mi distrito, Magdalena, cuándo veo a éste Chamo ordenando algunas cosas en la ferretería de don Omar, en el Boulevard.
Siempre compro ahí lo que sea que necesite de electricidad o gasfiteria, pero nunca lo había visto. Encima tiene todo lo que me gusta en un hombre, talla, cuerpo, color, así que no creía que me hubiese pasado desapercibido.
Ese día entré al local con cualquier excusa, ni me acuerdo que compré, ya que mi única motivación era verlo de cerca y sacarle al dueño alguna información suya, para saber si se trataba de un trabajador eventual o fijo.
Sabía que don Omar, el dueño de la ferretería, era muy eticoso en cuánto a leyes y derechos, por lo que suponía que no lo tendría trabajando en negro, y si estaba en planilla, no se trataría de alguien totalmente anónimo.
Esa vez no pude averiguar mucho, ya que no quería quedar en evidencia, así que lo dejé para otro día. Desde entonces que trato de pasar frente a la ferretería cada vez que puedo, para asegurarme de que sigue trabajando. Por suerte así es, siempre lo veo acomodando herramientas o atendiendo a algún cliente.
No es lindo de cara, pero a mí, cuánto más lo veo, más me excita. Debe medir como 1.80, por lo que me saca más de una cabeza, de cuerpo trabajado, moreno, y porte de cachero que me hace alucinar con tenerlo en mi cama.
La oportunidad está, solo tengo que tomarla, vamos a ver qué pasa. Deseénme suerte...