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Andrés Hurtado, ‘Chibolín’, y Las suites de Barranco
Este Búho abre sus ojazos para ver detalles del caso que ocupa la atención de la prensa. La detención d
e Andrés Hurtado, ‘Chibolín’, se veía venir. En las redacciones era un secreto a voces que este personaje ejercía desde hace décadas el delito de proxenetismo, pero debo confesar que no imaginé que su red habría alcanzado a fiscales y jueces. Incluso, algunos lo comparan con Vladimiro Montesinos. Es inaudito que una fiscal de lavado de activos, un cargo que debe ser de los más severos para perseguir el delito y rastrear el dinero sucio, sea su ‘mejor amiga’, su ‘madre’.
Es evidente que urge una
fumigación en el Ministerio Público. ¿Cómo es posible que llegue a estos altos cargos gente de ese nivel? Pero desde los años que ejercía el periodismo en diarios que hoy yacen en el cementerio de papel, su nombre era vinculado a mujeres de plumas y lentejuelas, personajes al margen de la ley y hasta narcotraficantes como
Demetrio Chávez Peñaherrera, ‘Vaticano’.
Ingreso al túnel del tiempo. Hay un libro que bien podría incluirse en la ‘Historia universal de la infamia’, de Jorge Luis Borges. Su autor era Augusto Bresani, quien fuera acusado y condenado por ser el ‘operador’ de Vladimiro Montesinos en su nauseabundo proyecto que ejecutó a fines del 2000, cuando el régimen de Alberto Fujimori se tambaleaba y necesitaban medios que mintieran y difamaran a la oposición. Luego se supo que Montesinos gastó ¡¡122 millones de soles!! que robó de las arcas de las instituciones armados para cancelar, durante ese periodo, a los dueños y directores de los diarios ‘chicha’.
Bresani fue acusado y fugó a Estados Unidos. Capturado en Miami, fue recluido en ‘San Jorge’ y luego, al agravarse una enfermedad que sufría, pasó a tener arresto domiciliario. El publicista estaba resentido porque muchos periodistas que, según él, estuvieron metidos en el mismo fango montesinista, estaban libres y hasta ‘reciclados’. Por eso escribió ‘
Ocaso y persecución’. Ninguna editorial quiso publicarlo y este lo hizo con su plata. Cuando salió, causó tremendo escándalo por un tema que parecía trivial:
‘Las suites de Barranco’.
El ‘gordo’ no se guardaba nada y lo plasmó en su libro: “Las suites seguían funcionando y cada parroquiano no bajaba de dejar mil dólares por noche. El lugar era selectivo (…) Un grupo allegado al SIN, al saber que al lugar asistían importantes políticos, autoridades de diversas universidades, empresarios, comerciantes y hasta militares, decidieron grabar a estos personajes en situaciones comprometedoras. Y así lo hicieron”.
El publicista no dudó en revelar los nombres de las ‘chicas’ que trabajaban en ese local: ‘Por Las suites desfilaron Mónica Adaro, unas rusas que trajo un cómico gordito (se referiría a ‘Chibolín’)… Haydée Aranda y Angie Jibaja. También Eva María Abad, que era engreída de un importante industrial y dirigente deportivo (…)’.